Rabid (2019). Las Twisted Twins remakean al maestro Cronenberg

En la pasada 52 edición de Sitges, por fin tuve la ocasión de conocer, in the flesh, y hablar con las hermanas Soska, Jen y Sylvia, aka las Twisted Twins. Soy un fan, no lo negaré, y después de haberme intercambiado algunos correos con ellas y entrevistarlas en otra ocasión, cuando no eran casi conocidas en nuestro país, para la web Dioses y monstruos, pude conocerlas y nada menos que en el marco del Festival de Sitges donde me hacía especial ilusión.

Desde que vi, casi por casualidad, Dead Hooker in a Trunk (2009) entendí que en su forma de hacer cine había elementos que me cautivaban, si bien en esta primera película aún estaban lejos de mostrar todo su potencial. Con su siguiente largo, American Mary (2012), con una producción más holgada y profesional, demostraban que efectivamente había que tenerlas en cuenta, puesto que tenían buenas ideas que compartir, un discurso propio, si bien son herederas de los clásicos del cine de terror, y con un estilo personal, por partida doble. Sin duda mi película preferida. Después vino su participación en la antología ABCs of Death 2 (2014) en la que aportaron el segmento «T is for Torture Porn» y ese mismo año dirigirían Los ojos del mal 2 (See No Evil 2). El año siguiente se marcaron una peli de acción/Drama bastante floja para mi gusto Vendetta (2015), su segundo largo, cuyo guion no estaba firmado por ellas, el primero que habían dirigido ajeno a su escritura había sido Los ojos del mal 2. También cabe destacar que las Soska son amantes del cómic y han conseguido escribir algunos guiones de La viuda negra para Marvel, y también han hecho tv, con un programa bien divertido y curioso Hellevator. Son en definitiva y por lo menos en parte, cultura pop 2.0 (hay guiños a la música de los ochenta con sintetizadores, a los videojuegos en la manera en que se plantean los sueños de Rose, guiños a pinturas de Francis Bacon, etc). 

Después de este recorrido, que para nada ha sido un camino de rosas, finalmente en 2019 estrenaron Rabid, con la que vuelven a demostrar su buen hacer y el amor y el respeto que tienen por el género, aunque sea irregular. Para ellas una doble victoria, una nueva película y poco menos que un remake de su adorado y admirado David Cronenberg.

La cinta narra la historia de Rose, una diseñadora en ciernes que sueña con poder presentar sus propias colecciones y abrirse un hueco en el mundo de la moda, cruel como pocos, pero que por el momento se ve obligada a trabajar como asistente de un reputado, y odioso como no, diseñador de ropa de alta costura, Günter. Rose es tímida, algo introvertida, y se deja atropellar constantemente por su jefe y por su entorno. Rose es un patito feo en el mundo de la moda. Tras una pequeña discusión con su amiga Chealsey, modelo de la casa, al enterarse que el fotógrafo guaperas le ha pedido tener un cita a petición de esta, Rose tiene un terrible accidente de moto que la deja completamente desfigurada de manera muy salvaje y sufre algunos daños intestinales graves. Pronto aparecerá en escena el Dr. Burroughs para ofrecerle a Rose un tratamiento experimental que le devolverá su aspecto previo al accidente, incluso mejorado, y por el módico precio de “nada”. Nadie da nada a cambio de nada, debería saberlo Rose ya con su edad, pero se deja engatusar por este Mefistófeles de la medicina moderna. Fruto de un injerto totalmente imposible, Rose, se recupera y no solo mejora su aspecto físico sino que también lo hace emocionalmente, más fuerte y segura de sí misma. Pero este trato con el diablo que hace Rose, sin saberlo, tiene un peaje a pagar y es que su metabolismo necesita injerir una medicación especial, unas pastillas que en su etiqueta dicen que pueden provocar fuertes alucinaciones y un preparado de proteínas llamado “RED”. A partir de aquí, conseguirá recuperar su trabajo, la admiración de su jefe por sus diseños, la atracción de todos los hombres que quiere y una serie de pesadillas que se repetirán cada vez con más frecuencia, noche tras noche, en las que Rose asesina salvajemente a toda una serie de tipos, así como unos fuertes dolores estomacales que bien podrían parecerse a un síndrome de abstinencia.

Rabid es un remake de la cinta de título homónimo, en España conocida como Rabia, dirigida en 1977 por el canadiense David Cronenberg, como ya hemos apuntado. Los productores, que bien tuvieron que hacerse con los derechos, en un primer momento, cuando Jen y Sylvia aún no estaban en el proyecto, le pasaron el guion a Cronenberg y este sentenció que de Rabid no tenía nada. Jen y Sylvia cuentan en sus entrevistas como un día recibieron un email que simplemente decía «¿Queréis hacer un remake de Rabid?» Frente la sorpresa y la idea de que fuera un fraude o una burla, sus agentes no lo vieron claro, pero contestaron que sí y en nada les contactó la productora con la que acordaron, tras ver el horrible guion, que ellas se encargarían de la parte creativa y ellos de la financiación.

Como los créditos de la cinta indican, esta versión libre está basada en la del maestro del terror corporal, a quién admiran profundamente. Esta admiración a la vista está en Rabid, no solo por el hecho de que hayan hecho un remake, sino, por los guiños a otras obras de Cronenberg como Inseparables (Dead Ringers, 1988) que se pueden ver en la cinta –véase la intervención quirúrgica en la que los cirujanos que operan a Rose, van ataviados con el mismo modelo de ropa de quirófano que los gemelos Beverly y Elliot en Inseparables. Súmesele el hecho de que ellas son gemelas y algo les tuvo que emocionar de esta peli de Cronenberg y si nos fijamos en los créditos el nombre de los personajes que se reservan para un pequeño cameo son Bev y Ellie–. Tampoco es baladí que aparezca la actriz Heidi von Palleske quién también tenía un papel en Inseparables. También podemos ver otra referencia a la filmografía de Cronenberg en el nombre del Dr. Burroughs referencia al escritor Beat, William Burroughs, autor de la novela El almuerzo desnudo (Ed. Anagrama) que el canadiense adaptara para la gran pantalla en 1991. Una auténtica delicia lisérgica dicho sea de paso, como el libro, que no hay que dejar pasar en ninguna de sus versiones papel o fílmica. Pero no son las únicas referencias, también las hay a Cromosoma 3 (The Brood, 1979), también de Cronenberg, y a otras cintas como En la boca el miedo (In the Mouth of Madness, John Carpenter, 1994 ) a Irreversible (Irréversible, Gaspar Noe, 2002) e incluso un guiño a su primer largometraje American Mary y una literaria que apunta ni más ni menos que a Invisible Monsters, de Chuck Palahniuk, novela que aprovecho para recomendar su lectura.

Se trata pues de una relectura del clásico de Cronenberg adaptado a tiempos actuales y llevado a su terreno, veremos en ella dos elementos que les fascina: la moda y la cirugía plástica, a fin de cuentas algo que se traduce en el cambio, la mutación, la alteración de la realidad, la nueva carne. Esto lo podemos ver por ejemplo cuando Rose dice que quiere dedicarse a la moda porque la ropa es como una armadura, transformadora, puedes ser quién quieras, aludiendo a esa transmutación en otra cosa o persona. La reflexión que intentan acercar las Soska, especialmente vinculada a la mujer, sobre la apariencia, estar perfecta en todo momento, ser o parecer guapa de manera artificiosa y artificial, se hace patente en todo momento. Tras el accidente, Rose dice “Soy un monstruo” debido a la deformidad que le ha provocado el accidente pero también tiene un componente anímico puesto que es así como la hace sentir su entorno exigente.

Por supuesto uno de los elementos principales que la diferencia de la original es el punto de vista desde el que está narrada la historia. En la original del 79 la historia estaba explicada desde el punto de vista del novio de la protagonista, interpretada por Marilyn Chambers, y en esta versión la película está narrada desde el punto de vista de Rose, Laura Vandervoort (Smallville como Supergirl). Es sin duda una versión feminista, Rose es una mujer que cuando cambia, transmuta, pasa de ser una mujer maltratada a una mujer empoderada. De hecho, el retrato de los hombres en la cinta es devastadora, egocéntricos, manipuladores, abusadores, no solo con conductas violentas físicamente, que también, si no verbales y emocionales hacia las mujeres . Véase los cumplidos pasivo agresivos e invasivos que a menudo tienen lugar y cuando hay rechazo, se produce la violencia. Vamos, la vida misma.

Veremos que aunque las Soska quieren dar su propia visión de la cinta, no dejan de hacer guiños a elementos clave de la cinta como la clínica, el inicio de la cinta en el que se muestra una imagen de una chica en moto muy de los 70 que evoca el inicio de la cinta de Cronenberg. Hay que destacar el uso de efectos prácticos obra de la compañía MastersFx con quienes ya habían trabajado anteriormente. Hay algunos momentos realmente impresionantes, que funcionan a la perfección, sobretodo en contraste con algunos realizados en digital que cantan bastante y no acaban de estar suficientemente bien integrados.

A la cinta le han dado bastantes palos, la crítica no ha tenido mucha piedad por nuestras lares, y es normal si la comparas con la original, pero creo que hacer eso es caer en un error. Creo que debe valorarse al margen de la original, y sí deja que desear, podría a ser mucho más, la atmósfera no acaba de atrapar, los personajes tienen un arco dramático algo forzado, al desarrollo de algunas escenas se les ve las costuras como al inicial accidente en moto que está filmado de forma bastante reguleras. Sin embargo tiene sus encantos. No deja en el olvido la nueva carne, la crítica social, actualizada a nuestros tiempos, cierta mala leche y ese extraño vampirismo que proponía Cronenberg y pone a la mujer en esta ocasión como el verdadero centro de atención y poder, no a través de los ojos de novio, si no de ella misma, de sus decisiones, sueños, ambiciones, y deseos. Y por supuesto, no olvidan el body horror y la Nueva carne con los efectos devastadores que provoca el accidente en el rostro y el cuerpo de Rose y las consecuencias que acarrea su “pacto con el diablo”. En definitiva, la operación experimental, la ciencia llevada al extremos (modificación celular, hibridación), la falta de moral y ética del Dr. Burroughs, en definitiva la modificación del cuerpo y del alma de Rose, el transhumanismo.

Me gusta especialmente la idea que muestra en la que tras la exitosa operación de reconstrucción física, con la que parece que nada le ha sucedido a Rose, de hecho es una versión mejorada de sí misma físicamente, en realidad solo es una máscara. Tras esta supuesta belleza y perfección, tras esta máscara, se oculta el trauma, el dolor, y el sufrimiento que antes se mostraba en el exterior y que ahora se traduce también en el interior bajo la falsa capa de belleza.

Otro elemento interesante de la cinta es la manera en que la infección de la enfermedad de Rose se transmite, no solo en aquellos que sufren el violento ataque de esta cuando su cuerpo sustrae la sangre de sus víctimas mediante el  nuevo apéndice que su cuerpo ha desarrollado fruto de la intervención. Este vampirismo que Rose, sin saberlo, va extendiendo se materializa también a modo de una enfermedad vírica, una epidemia en toda regla, mediante la saliva y los fluidos corporales, por ejemplo comparte unos chupitos con unos chicos en una discoteca que quedarán infectados, muerde a un actor en el labio que también desarrollará esta rabia más cercana a los zombies que a los vampiros, que recuerda a la transmisión de una enfermedad vírica, llámesele Covid por ejemplo, y que recuerda a la película Contagio (Contagion, Steven Soderbergh, 2011). Está claro que es involuntario, pero es casi gracioso como plantean la transmisión de la enfermedad visto el momento en el que nos encontramos y las consecuencias como intentos por ocultar lo que ocurre a la opinión pública cuando se plantea el brote de rabia, la cuarentena, como pese al estado de emergencia el mundo de la moda en este caso, representado en Günter y su pase de moda, hacen caso omiso de todas las recomendaciones, como si no fuera con ellos, están por encima de los comunes mortales. Gunter llega a decir ¿Qué es? ¿un resfriado de mierda?, etc. lástima que se quede en el hilvanado.

Es posible que se quede corta si la comparamos con la visión de los efectos devastadores de la nueva enfermedad y la ciencia que proponía Cronenberg y la visión deshumanizada de la sociedad que este plasma en un clímax que queda alejado del que proponen las Soska, más simplista aunque no menos interesante. Al final de la cinta uno ve como Rose, queda atrapada pese a sus esfuerzos en las garras del Dr. Burroughs, ese Mefistófeles tecnológico, ese mad doctor 2.0, que la retiene contra su voluntad para que no pueda expandirse y contaminar y destruir a una sociedad corrupta y machista de la que en cierto modo se erige como guardián.

En resumen, vean y juzguen. Sin ser posiblemente una película que quede en el imaginario colectivo como una cinta de culto o una obra recurrente del género, es un buen producto de entretenimiento de presupuesto justito que podía dar más de sí, pero que funciona, por lo menos a quién suscribe estas líneas.

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