“Ven y mira. El cine fantástico y de terror en la zona prohibida”

Tras el cristal (Agustí Villaronga, 1987), La naranja mecánica (Stanley Kubrick, 1971), Irreversible (Gaspar Noé, 2002), Holocausto caníbal (Ruggero Deodato, 1980), A Serbian Film (2010)…

El cine fantástico y de terror cuenta con docenas de títulos que, en su momento, por ser capaces de posar la mirada sobre lo impensado o lo insoportable, se entendieron como nocivos para la sociedad en que se gestaron. Ven y mira –título tomado de la película soviética Ven y mira (Masacre) (1985), de Elen Klimov, que lo cogió a su vez de un versículo del Apocalipsis (6:1): «Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira»– es un completo recorrido por las sendas vedadas del cine a partir de sus imágenes y discursos más extremados, aquellos que lo han hecho grande y «peligroso». El ciclo se acompañará, como habitualmente, con la publicación de un libro del mismo título, que ha sido coordinado por Rubén Lardín. En él, a partir de las obras y los nombres propios que se han permitido mirar lo que otros ni siquiera vislumbran, Ven y mira sitúa, gestiona y analiza ese cine considerado amoral, molesto y a contracorriente, al tiempo que trata de responder cuáles son las prerrogativas y las obligaciones de los artistas y si es legítimo, desde la otra parte, prohibir y condenar una obra de ficción. Ven y mira pretende historiar, contextualizar, analizar y gestionar un cine que ofrece a la mirada la posibilidad y el reto de posarse sobre lo imprevisto, lo impensable o lo insoportable, aquello que el espíritu de los tiempos, la sociedad, la ley y la moral consensuada no siempre están dispuestos a tolerar que se imagine y se piense.

Esta mirada no corresponde exclusivamente al cine fantástico, pero es innegable que el género está especialmente dotado para ella y suele ir a la cabeza en esas lides, desde el surrealismo y el grand guignol hasta el cyberpunk o los postulados de la nueva carne, pasando por el cine de explotación, el slasher, el erotismo extremo o las distopías más irreverentes imaginadas por la ciencia ficción.

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