TERROR EN AMITYVILLE (1979)

Dentro del cine de terror hay una importante corriente temática centrada en las casas malditas o encantadas. Las hay de diversas tipologías: con poltergeist y demonios que las habitan, falsas casas encantadas con espectros, casas sin presencias paranormales pero que albergan a una familia perturbada que les confiere ese halo de «malditismo» (como la de La matanza de Texas por no irnos muy lejos), y mis preferidas, que son aquellas en las que la casa es verdaderamente el portador del mal, aquellas que no son una mera carcasa y están “vivas” como es el caso de Terror en Amityville.

Posiblemente una de las casas encantadas o malditas por antonomasia y más reconocibles en el cine, es la ubicada en el número 112 de la Avenida Ocean en Amytiville (Long Islan, Nueva York). Una casa de aspecto inquietante, sobretodo por sus rasgos arquitectónicos que le confieren el aspecto de una persona, en la que tuvo lugar uno de los asesinatos más brutales de los EE. UU., una consecuente y rocambolesca historia de supuestos intentos de fraude, un libro que se convirtió en un best-seller y un largometraje con bastantes secuelas, que pese a su cuestionable calidad cinematográfica de conjunto se convirtió en un clásico y un éxito de taquilla a finales de la década de 1970 –en gran parte, y no tanto por sus bondades cinematográficas, debido a la sensibilidad imperante en aquel momento en los EE. UU. hacia este tipo de historia paranormal (recordemos que previamente en 1973 se había estrenado El Exorcista de Friedkin, film que marcó el género).

Basado en hechos reales

La madrugada del 13 de noviembre de 1974, Ronal DeFeo, de 23 años, asesinó a los seis miembros de su familia movido, según el propio DeFeo, por unas voces que le pidieron que así lo hiciera, y contra las que no pudo hacer nada sino más que obedecer ciegamente. La estrategia de su abogado fue argumentar que DeFeo no estaba en su sano juicio, sin embargo fue declarado totalmente cuerdo y fue condenado por cada uno de los asesinatos de 25 años a cadena perpetua.

Lo que vino a partir de este momento es casi más increíble, misterioso y aterrador que el propio asesinato en sí mismo, porque muchas veces la realidad supera la ficción, o eso se pretende hacer creer con este caso.

Tras los asesinatos cometidos por Ronald DeFeo, la casa se puso a la venta y justo 13 meses después de los hechos, la familia Lutz (George, Kathy y sus tres hijos) se trasladó a vivir allí. Tan solo 28 días después, el 14 de enero de 1976, los Lutz huyen despavoridos de la casa abandonándola para no volver. Estos explicaron lo que motivó su salida inminente, dejando tras de sí todos sus enseres, para no regresar nunca más. La prensa de la época lo explicaba así:

«Desagradables olores, ruidos espeluznantes, manchas desconocidas que aparecían y desaparecían en las paredes. Con el paso de los días, George, el padre de la familia, comenzó a mostrar síntomas muy extraños. Sentía un frío mortal y pasaba las horas del día frente a la chimenea. Dejó de asearse, convirtiéndose en una persona desaliñada y huraña que gruñía por los rincones de la casa. Su carácter se volvió agresivo y solitario…»

Una semana después de abandonar la casa, los Lutz contactaron con el abogado de DeFeo, William Weber, y este les propuso escribir un libro sobre la historia al ver un posible filón a explotar, llegándoles a proponer un contrato en el que se reflejaba un adelanto de un millón de dólares. Desafortunadamente no se pusieron de acuerdo, y a partir de aquí la cosa se complicó en extremo. Juicios, declaraciones a prensa, intentos de desacreditar a los Lutz desde diversos ámbitos (periodísticos y académicos)…Tras el desencuentro con Weber los Lutz se vieron obligados a dar una rueda de prensa explicando la historia de lo acontecido, los medios bautizaron la casa con el sobrenombre de “La casa de los horrores”, peregrinaciones y colas interminables de personas que querían conocer el inmueble se extendían día tras día…

Los Lutz se vieron en la obligación de intentar hacer prevalecer su historia y conservar su reputación intacta y para ello contrataron a un equipo de parapsicólogos, entre ellos Stephen Kaplan quién finalmente abandonó la investigación de los sucesos y se convirtió en un abanderado contra los Lutz. Tras él llegó Laura DiDio quién fue la responsable de implicar a otros parapsicólogos, especialmente al matrimonio Warren, a los que retrató James Wang en su última película como director de terror en Expediente Warren (The Conjuring, 2013). En febrero de 1976 se inició la investigación con los Warren y la televisión se encargó de retransmitir las investigaciones (mediciones, fotografías, sesiones de espiritismo…). Ed Warren llegaría a afirmar que en el sótano de la casa notó «una presencia extraña, maligna y algo fuera de lo común, una fuerza oscura que me empujaba hacia abajo como una cascada», finalmente esto acabaría formando parte del libro y de la película en el desenlace. Todo este circo mediático se alargaría en el tiempo en un intento de mantener su dignidad como personas o ¿en un intento de crear una mitología que les permitiera vender una historia y un buen número de libros llegado el momento? En otra de las sesiones con los Warren y la televisión, tras una sesión de espiritismo a las 3:15 (que tomaría relevancia en la narración de la ficción sobre Amityville), Lorraine Warren dijo que había notado «una presencia fuerte y peligrosa que procedía de las entrañas de la tierra», incluso llegaron a fotografiar la supuesta aparición de un espectro, el de una niña, que aparecía en una de las habitaciones de la casa.

En otra sesión de espiritismo con la Sra. Myers, una especie de médium que acompañó al Dr. Hans Holzer (parapsicólogo) a la casa de los DeFeo/Lutz, presintió que la casa se había construido sobre un cementerio indio, pese a que en la Sociedad Histórica de Amityville el conservador le explicó más tarde, a Holzer, que se había encontrado el esqueleto de un supuesto jefe indio en las inmediaciones de Ocean Avenue a principios del S.XX (aunque esto no prueba que nunca existiera ningún cementerio indio en las inmediaciones del terreno en el que se construyó la casa).

Con todos estos elementos puestos en juego, y tras conocer a Tam Mossman, redactor de la editorial Prentice-Hall, este, les recomendaría a los Lutz contactar con el escritor Jay Hanson, conocido guionista de documentales en aquel momento, para que se hiciera cargo de escribir su historia. Fruto de esta asociación, vio la luz en 1977 el libro The Amityville Horror, una compendio de ficción y hechos reales (o por lo menos supuestos) que rápidamente se convirtió en un best-seller instantáneo del que se vendieron los derechos para su adaptación al cine que dirigiría Stuart Rosenberg y protagonizaría James Brolin (como George Lutz) y Margot Kidder (como Kathy Lutz).

Amityville, la película. La familia en descomposición.

Como ya se ha comentado, la película Terror en Amityville es la adaptación cinematográfica de la novela escrita por Jay Hanson The Amityville Horror. Tras el éxito del libro, Hanson no perdió el tiempo y vendió los derechos a la CBS quién a su vez los vendió a la American International Pictures (AIP). Hanson escribió una primera versión del guion que no gustó a los productores y se acabó ocupando de la tarea Sandor Stern, quién ya había escrito un buen número de telefilmes y que curiosamente acabaría dirigiendo la cuarta entrega de la saga Amityville. La cinta se estrenó en 1979 y contó con un presupuesto más bien pequeño, tan solo 8 millones de dólares, que acabarían traducidos en 86[1] millones de dólares en taquilla, convirtiendo a Amityville en la película independiente de terror que más dinero había recaudado durante bastante tiempo, solo superado en la taquilla de EE. UU. por Kramer contra Kramer en aquel año.

Stuart Rosenberg, quién ya había demostrado su solvencia con títulos como La leyenda del indomable (1967) o Con el agua al cuello (1975), fue el elegido para realizar la adaptación cinematográfica. Si bien no es uno de los directores de talento especialmente sobresaliente, su trabajo es funcional y aunque con bastantes carencias en el guion consiguió un buen resultado general con Terror en Amityville. Para ello se rodeó de un reparto del que hay que destacar a James Brolin (Almas de metal, 1973; Asesino invisible, 1977; Capricornio Uno, 1978), la entonces estrella Margot Kidder (Superman, 1978), el nominado al Oscar Rod Steiger (La ley del silencio, 1954) y buenos secundarios como Don Stroud o Murray Hamilton que contribuyeron a que el producto final tuviera cierto brillo.

La historia explica de algún modo una fusión de los hechos anteriormente narrados con alguna que otra licencia. Una familia se muda a un caserón en Amityville, en cuyas inmediaciones ha habido un terrible asesinato múltiple. Pronto empezarán a percibir y experimentar sucesos paranormales como fluidos que chorrean de las paredes, elementos que desaparecen, voces, visiones, un frío extremadamente anormal, cambios en la personalidad…En este proceso en el que la familia, desconocedora de los asesinatos que han ocurrido en la casa, irá enfrentando estos sucesos paranormales que irán en un increcendo, desde unos inofensivos ruidos a apariciones, voces surgidas del mismo infierno y un progresivo estado de enajenación y destrucción física y moral del cabeza de familia que culminará en un catártico desenlace en el que el mismo infierno hará acto de presencia en el sótano de la casa. James Brolin consigue transmitir ese proceso degenerativo en el que parece que algo le está afectando anímicamente llevándolo a una reclusión interior a nivel emocional, hasta llegar prácticamente a un estado de catatonia en el que apenas es capaz de gruñir a su mujer e hijos. Una degradación que también se manifiesta de modo físico y que al final uno no puede de evitar ver su reflejo en una cinta posterior dirigida por el maestro Kubrick, que no es otra que El resplandor (The Shinning, 1980), basada en la novela de Stephen Kingde título homónimo. La degradación física y moral del patriarca que queda incapacitado para cuidar de su familia y protegerla, virando incluso hacia la destrucción de su núcleo familiar. En el otro extremo está el papel interpretado por la actriz Margot Kidder, siempre la recordaremos como Lois Lane, quien encarna a una mujer con tendencia a la histeria, con la que no es fácil tratar y es una abnegada y frustrada ama de casa que se encarga de tres hijos, y que también nos recuerda al papel que encarnaba Shelley Duvall en El resplandor. Así pues Terror en Amytiville toca un tema de manera directa bastante habitual en el cine de terror en las décadas de 1970 y 80 que es la descomposición de la familia tradicional en la que asistimos a una desmitificación del rol del patriarcado en términos generales. Una descomposición familiar que aquí se dará mediante la intervención de la casa maldita.

También hay que destacar la partitura de Lalo Schifrin, quién llegó a ser acusado de utilizar la partitura que presentó y fue rechazada para El Exorcista, si bien demostró que no había sido así. Una partitura inquietante, atmosférica y con notas realmente tétricas que dan soporte a la imagen en buen grado, ayudando al espectador a ponerse en situación.

Uno de los componentes de la película que me resultan más atractivos es su puesta en escena sencilla, la manera en la que representa todos los sucesos paranormales en un ambiente de absoluta cotidianidad, sin grandes efectos especiales, que le confieren al título una proximidad con la que el espectador puede conectar fácilmente por su verosimilitud, y que permite la empatía, y el ponerse en situación de manera natural. En esta simplicidad radica gran parte del terror que desprende la película, porque no hay nada más terrorífico que aquello que identificamos como posiblemente real y plausible en nuestro entorno.

Sea como sea, se trata de una cinta que ocupa un lugar de privilegio en el imaginario colectivo, y que debe ser vista, tratada con cierta distancia pero reconociéndole sus bondades que no son pocas.

Secuelas e Influencias

Pese a que cinematográficamente, como ya se ha indicado, no fuera una cinta con un fuerte peso específico, sí consiguió por su planteamiento de las casas poseídas, gozar de un enorme éxito de taquilla, hecho que hizo que a esta primera entrega le siguieran hasta 5 secuelas y un remake en 2005. La inmediatamente posterior Amitivylle II:: La posesión (Amityville II: The Possession,1982), parece que recoge de manera más fiel los hechos acontecidos en la casa de los DeFeo, dirigida por Damiano Damiani con producción de Dino de Laurentiis, por lo que de algún modo estaríamos hablando más bien de una precuela.

La tercera entrega El pozo del infierno (Amityville 3-D) dirigida por Richard Fleisher en 1983, aparece para acercarnos al tema de la casa encantada explotando la “tecnología 3D” del momento. Tras los tres largometrajes realizados en torno a la casa más temible en tiempos, llegaron otras adaptaciones que no pasaron por las salas de cine, pues se trataba de telefilmes y versiones direct to video realizados con intención de su consumo doméstico: Amitiville IV: La fufga del diablo (Amityville: The Evil Scapes, 1989) de Sandor Stern, La maldición de Amityville (The Curse of Amityville, 1990) de Tom Berry, Amitiville 1992: Es una cuestión de tiempo de Tony Randel (Amitiville 1992: It’s About Time, 1992), Amityville-El rostro del diablo (Amityville a New Generation, 1993) de John Murlowsky, Amitiville-La casa de muñecas (Amityville: Dollhouse, 1996) de Steve White. Además de todos estos exploits surgidos del éxito de taquilla de la primera entrega y de la popularidad de la verdadera historia de los DeFeo, que arrastra hordas de fans en la red, por si no fueran suficiente, en 2005 se realizó un remake titulada La morada del miedo (The Amityville Horror), una producción de la MGM dirigida por Andrew Douglas que deja de lado el planteamiento sutil de posesión degenerativa de la original para decantarse por un diseño efectista repleto de efecto especiales. Actualmente se está preparando un remake que tiene por título Amityville: The Reawakening prevista para 2016 que dirige Franck Khalfoun (director del remake de Maniac de 2012).

Claramente influenció algunos títulos posteriores como Poltergeist, que hereda elementos explícitos de la película de Amityville como el tema de la casa viva, a causa de estar edificada sobre un cementerio indio (se especuló sobre esto en el caso de los Lutz), la manera en que se trata la descomposición de la estructura familiar clásica, la manifestación de los fenómenos paranormales en un increscendo, la participación de parapsicólogos y la apertura a otra dimensión espiritual. Sin embargo por increíble que parezca, hay bastantes indicios en la manera que en  El resplandor de Kubrick se tratan elementos que parecen sacados directamente de Amityville (igual algo de culpa tiene King también), en particular en los elementos ya citados en el texto como son el proceso de descomposición moral y tránsito hacia la locura del cabeza de familia, los parecidos con las “madres”, el tratamiento de la descomposición del núcleo familiar, la inclusión de niños en la trama, el hotel que está vivo en sí mismo… Sin embargo también podemos ver influencias en elementos que otras han tomado de esta historia como es el caso 1408 (Mikael Håfström, 2007) en la que se repiten una serie de elementos paranormales de Amityville como las paredes rezumando fluidos “ectoplásmicos” (2007), The Bell Witch Haunting (2013) en la que la casa le dice a sus habitantes Get out, así como un sin fin de referencias en todo tipo de películas y series de Tv de todo tipo.

Pese a no ser, como ya hemos apuntado, ninguna obra maestra sino más bien una correcta cinta con un buen acabado general, Amityville ha pasado a la historia y permanece entre gran parte de la memoria del imaginario colectivo, habiendo conseguido convertir la casa en un arquetipo del cine de terror.

Referencias de consulta:


[1] Dato obtenido de IMDB

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