{"id":5070,"date":"2011-04-05T15:15:14","date_gmt":"2011-04-05T13:15:14","guid":{"rendered":"http:\/\/www.diosesymonstruos.com\/?p=5070"},"modified":"2013-04-24T22:37:08","modified_gmt":"2013-04-24T20:37:08","slug":"ojos-sin-rostro-les-yeux-sans-visage-francia-1960","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.diosesymonstruos.com\/2011\/04\/ojos-sin-rostro-les-yeux-sans-visage-francia-1960\/","title":{"rendered":"OJOS SIN ROSTRO"},"content":{"rendered":"

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LOS OJOS SIN ROSTRO (<\/em>Les yeux sans visage, 1959, FRANCIA)<\/em><\/strong><\/span><\/p>\n

\"\"<\/a>Director: <\/strong> <\/strong>Georges Franju\/<\/strong><\/p>\n

Productores:<\/strong> <\/strong>Jules Borkon\/<\/strong><\/p>\n

Gui\u00f3n: <\/strong><\/strong>Claude Sautet, Pierre Boileau, Thomas Narcejac, \u00a0basado en la novela Jean Redon. <\/strong> \/<\/strong><\/p>\n

Fotograf\u00eda:<\/strong> <\/strong>Eugen Sch\u00fcfftan\/<\/strong><\/p>\n

M\u00fasica:<\/strong> <\/strong>Maurice Jarre\/<\/strong><\/p>\n

Montaje:<\/strong> <\/strong>Gilbert Natot\/<\/strong><\/p>\n

Int\u00e9rpretes:<\/strong> <\/strong>Pierre Brasseur, Alida Valli, Juliette Maynel, Edith Scob, Fran\u00e7ois Gu\u00e9rin, Alexandre Rignault, B\u00e9atrice Altariba\/
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Duraci\u00f3n y datos t\u00e9cnicos:\u00a0 88 min. b\/n.<\/strong><\/p>\n<\/div>\n

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A diferencia de otros pa\u00edses europeos, la cinematograf\u00eda francesa no se caracteriza por su incursi\u00f3n en el cine de terror, hecho que finalmente parece quebrarse en los \u00faltimos a\u00f1os, gracias a un inter\u00e9s de nuevos realizadores por el g\u00e9nero-podr\u00eda decirse que Alexandre Aja \u00a0abri\u00f3 la veda con\u00a0 Alta tensi\u00f3n<\/em><\/span> (Haute tension<\/em>, 2003)-, dando ping\u00fces resultados y notables alegr\u00edas para el aficionado. En este contexto, parece mediar un profundo agujero negro entre La ca\u00edda de la casa Usher<\/em><\/strong><\/span> (La chute de la maison Usher<\/em>, Jean Epstein, 1928)\u00a0 y Ojos sin rostro<\/em><\/strong><\/span>, por dirimir dos puntos que a m\u00ed me parecen claves. As\u00ed, su car\u00e1cter de excepcionalidad se acent\u00faa cuando adem\u00e1s se realiza en plena eclosi\u00f3n de la Nouvelle Vague<\/em>, movimiento con el que guarda escasa o nula relaci\u00f3n, si bien Georges Franju demuestra una querencia por el g\u00e9nero, similar a la que profesaban sus contempor\u00e1neos en lo que respecta los grandes g\u00e9neros norteamericanos, am\u00e9n de una influencia o admiraci\u00f3n por el cine de Alfred Hitchcock.<\/p>\n

\"\"<\/a>Este car\u00e1cter de rara avis, de isla en medio de un yermo oc\u00e9ano, enfatiza su car\u00e1cter de tesoro enterrado en la bruma del legado hist\u00f3rico. Porque Ojos sin rostro<\/em><\/strong> es un zafiro azul al que merece quitarle el polvo. Perm\u00edtanme que siga insistiendo en sus datos contextuales, ya que su ubicaci\u00f3n en el tiempo tambi\u00e9n la sit\u00faa en un punto de intersecci\u00f3n clave, en lo que respecta al terror. Como esa otra obra maestra realizada un a\u00f1o despu\u00e9s, Suspense<\/em><\/strong><\/span> (The Innocents<\/em>, Jack Clayton), a la que se me antoja hermanarla y espero alg\u00fan d\u00eda comentar en estas mismas p\u00e1ginas, es un film bisagra entre el terror cl\u00e1sico y el que estaba por venir. Ser\u00e1 el mismo intersticio que a\u00f1os despu\u00e9s, una excelente pel\u00edcula, bastante olvidada, El h\u00e9roe anda suelto<\/em><\/strong><\/span> (Targets<\/em>, 1968) testimoniaba expl\u00edcitamente in situ<\/em>, a partir de un Boris Karloff, casi auto interpret\u00e1ndose a s\u00ed mismo como figura legendaria del terror, que consideraba el retiro definitivo ya que se sent\u00eda como un anacronismo viviente. Bogdanovich muy sabiamente narraba en paralelo una l\u00ednea de un francotirador psic\u00f3pata, personificando el nuevo terror.<\/p>\n

Lo que se explicita en El h\u00e9roe anda suelto<\/em><\/strong> creo que ya puede detectarse sem\u00e1nticamente en Ojos sin rostro<\/em><\/strong>, por lo que presumo que Georges Franju ya manejaba un estado autoconsciente del enclavamiento de su film (algo que no ser\u00eda de extra\u00f1ar dada la proclividad del cine franc\u00e9s por los estados meta reflexivos). Quiz\u00e1s por ello, la poes\u00eda de lo malsano que logra articular magistralmente, se distancia exponencialmente de la resurrecci\u00f3n del cine g\u00f3tico que se estaba llevando a cabo en las mismas fechas, bajo la batuta de la Hammer en el Reino Unido, de Roger Corman en EUA, o de Mario Bava en Italia[1]<\/sup><\/a>. Visi\u00f3n historicista aparte, lo que s\u00ed es ineludible es que el fascinante aspecto t\u00e9trico y mortuorio de Ojos sin rostro<\/em><\/strong>, responde m\u00e1s a una escenograf\u00eda y ambientaci\u00f3n que a una esencia siniestra en stricto sensu. Ve\u00e1moslo a continuaci\u00f3n con detenimiento.<\/p>\n

\"\"<\/a>El p\u00e9treo Docteur G\u00e9nessier (un hier\u00e1tico y acertad\u00edsimo Pierre Brasseur) trata denodadamente de restablecer el rostro a su hija, Louise, (una l\u00e1nguida y no menos excepcional Alida Valli), fatalmente desfigurada a consecuencia de un accidente de coche provocado por su propio padre. Para ello, con la ayuda perversa de su secretaria-pero ambivalente en cuanto se muestra torturada por su conciencia al cometer actos viles,- Edna Gr\u00fcber (una Juliette Mayniel que se reapropia del m\u00edtico personaje de la p\u00e9rfida se\u00f1ora Danvers de Rebeca<\/em><\/strong><\/span>) captura a bellas j\u00f3venes rubias y de ojos azules para tratar de restituir la cara de su hija. El doctor nos explica c\u00f3mo hacerlo en la conferencia que imparte al principio del film. Para ello, promulga un m\u00e9todo revolucionario: el heteroinjerto. Cree que es posible realizar el trasplante de tejidos vivos de un ser a otro. Lo que pretende, ni m\u00e1s ni menos, es traspasar el tejido facial completo de una chica a su hija. El problema es que el resultado no es el que se esperaba.<\/p>\n

Desde el mismo trazado de nuestro mad doctor<\/em>, un claro descendiente del doctor Frankenstein<\/span><\/strong>, la pel\u00edcula de Franju se distancia de su larga tradici\u00f3n en la que se adscribe. La pel\u00edcula reh\u00faye constantemente de la pirotecnia l\u00fadica y del espect\u00e1culo de lo macabro. En consecuencia, el personaje no posee ning\u00fan rasgo delirante e hiperb\u00f3lico. No trata de jugar a ser Dios y su final no viene desembocado por su megaloman\u00eda de forma ruidosa y alucinada. Est\u00e1 recogido fr\u00edamente por el impulso de la Ilustraci\u00f3n, en cuanto conf\u00eda ciegamente en la ciencia. Pero su gesto es grave, seco, impert\u00e9rrito. Muestra una excesiva confianza en s\u00ed mismo y una absoluta firmeza, sangre fr\u00eda y determinaci\u00f3n. Pero solo es frente a los dem\u00e1s. Una secuencia donde le vemos sentado en su despacho, despu\u00e9s de una agotadora jornada de trabajo, nos permite comprobar su alma apesumbrada, ya que \u00e9l sabe en su fuero interno que no conseguir\u00e1 lograrlo. Incluso la imagen-impacto de mostrarnos por primera vez al monstruo sin cara, recordando al m\u00edtico El fantasma de la \u00d3pera, es mostrada de forma desenfocada, borrosa y bajo un manto negro, que nos impide visualizar con detalle el aspecto de la cara en carne viva de Louise. El monstruo tampoco se muestra repulsivo y amenazante para el espectador, aunque s\u00ed lo sea para la chica secuestrada.<\/p>\n

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La dualidad del engendro creado por el doctor Frankenstein, v\u00edctima y amenaza al mismo tiempo, en Louise, desde su presentaci\u00f3n, est\u00e1 plasmada bajo un perenne aspecto de indefensi\u00f3n. Su caracterizaci\u00f3n, con la m\u00e1scara de porcelana y con un largo vestido blanco que recalca su esbeltez y su indolente perfil, la emparenta con esas palomas blancas que se encuentran en una jaula, m\u00e1s que con un ser impuro. La potencia visual de esta esfinge desvalida y quebradiza, que recuerda poderosamente a una actriz del teatro kabuki, en sus movimientos et\u00e9reos (no por casualidad nunca le veremos los pies, para destacar ese aspecto irreal que Hitchcock impuso a la se\u00f1ora Danvers de Rebeca<\/em><\/strong>), puede recordarnos a la inquietante belleza de las damas revividas de la literatura de Poe, pero est\u00e1 desprovista de un aspecto maligno. Es una criatura de la noche, carente de identidad (su padre la hace pasar por muerta para evitar que la gente husmee), pero es un cervatillo condenado a vivir en la penumbra. Su tormento es similar al que sufre el vampiro <\/em>contempor\u00e1neo, que no soporta la carga de ser un no-muerto, de la misma manera que ella no tolera el confinamiento y la p\u00e9rdida de la hermosura. Es la inversi\u00f3n del retrato de Dorian Gray, siendo el cuadro el que mantiene encapsulado la eterna armon\u00eda y perfecci\u00f3n. As\u00ed\u00a0 Louise mirar\u00e1 su propio lienzo, y de la misma manera, Franju, como si fuese la exposici\u00f3n de un caso cl\u00ednico, nos insertar\u00e1 varias fotograf\u00edas de la degeneraci\u00f3n de la cara de Louise, cuando el primer trasplante fracasa al rechazar su organismo el nuevo tejido implantado.<\/p>\n

\"\"<\/a>Coment\u00e1bamos que el film limita los golpes de efecto, pero en cambio potencia el desasosiego, ejemplificado en la operaci\u00f3n quir\u00fargica que tiene lugar en el film, mediante esa dilataci\u00f3n poco habitual en el g\u00e9nero. La prolongaci\u00f3n de esa secuencia, que habitualmente hubiese sido eludida o hubiese sido vista con un aspecto m\u00e1s teatral, adquiere visos puramente escalofriantes, por querer apegarse a una verosimilitud poco amiga de lo g\u00f3tico. No faltar\u00e1 una t\u00e9trica y pavorosa mansi\u00f3n, con sus excelsos contrapicados para filmar a Louise en la escalera. Como tampoco faltar\u00e1 un s\u00f3tano l\u00fagubre donde se llevan a cabo los desquiciados experimentos del doctor, sin olvidarnos de esos parajes des\u00e9rticos gobernados por una densa neblina, junto con ese aspecto intimidatorio de los \u00e1rboles. Por ejemplo, la secuencia de la primera v\u00edctima que espera entrar en la mansi\u00f3n, cuando se vuelve hacia atr\u00e1s para comprobar la frondosa y espesa vegetaci\u00f3n que la rodea, siente instintivamente esa visi\u00f3n como una se\u00f1al que le hace percibir que no es tan buena idea la invitaci\u00f3n de Edna Gr\u00fcber. Pero esta ambientaci\u00f3n est\u00e1 cercada por una puesta en escena neocl\u00e1sica que evidencia una preocupaci\u00f3n constante por la composici\u00f3n visual, para que sea la imagen la que nos hable, pero desde un exquisito tacto, con tal de que nunca pierda su funci\u00f3n f\u00e1tica, sin perderse en vericuetos excesivamente artificiosos. Por lo que la metonimia terror\u00edfica se mantiene, pero acota los excesos cuando el cine g\u00f3tico pone el acento en la recreaci\u00f3n de la atm\u00f3sfera y se ensimisma en su goce est\u00e9tico. As\u00ed pues, parece que los planos est\u00e1n cortados con la misma precisi\u00f3n que el escalpelo del doctor y presentan una evidente interrogaci\u00f3n constante en su voluntad pict\u00f3rica. Es lo que media entre La ca\u00edda de la casa Usher<\/em><\/strong> (una adaptaci\u00f3n de Poe) de Epstein y Los ojos sin rostro<\/em><\/strong>.<\/p>\n

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\"\"<\/a>Por ello, decimos que act\u00faa como vaso comunicante entre un tiempo pasado y el que estaba por venir, a diferencia de Psicosis<\/em><\/strong> <\/span>(Psycho<\/em>) o El fot\u00f3grafo del p\u00e1nico <\/em><\/strong><\/span>(Peeping Tom<\/em>), ambas del mismo a\u00f1o, 1960, las cuales s\u00ed marcaron de forma determinante la nueva orientaci\u00f3n que correr\u00eda el cine de terror. \u00bfNo parece ya posmoderna con ese ideal inalcanzable y con esa crisis de lo visible? \u00bfNo explota a placer una indeterminaci\u00f3n con esos ojos vac\u00edos sin rostro; o con esa irrealidad un tanto fantasmag\u00f3rica, desde la misma m\u00e1scara de Louise en un entorno realista? La sutilidad de lo fant\u00e1stico se canaliza a trav\u00e9s de los senderos fastuosos del derroche g\u00f3tico (las ense\u00f1anzas de Hitchcock, en su uso de similares elementos iconogr\u00e1ficos, son bien aprendidos por Franju), pero haci\u00e9ndolos pasar por el filtro de la depuraci\u00f3n realista y el savoir faire<\/em> franc\u00e9s, sin anular un \u00e1pice de la textura aterradora. Un delicioso y distinguido manjar para aficionados con alma oscura.<\/p>\n

Autor: <\/strong>Manu Arg\u00fcelles<\/strong><\/span><\/p>\n

Cr\u00edtico independiente y responsable de la secci\u00f3n de cr\u00edticas de Cr\u00edticas del <\/span>EEI<\/span><\/a><\/strong><\/p>\n

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[1]<\/a> Mientras que la Hammer, a\u00f1os antes, ya hab\u00eda dado el pistoletazo de salida al renacimiento del cine g\u00f3tico, tanto en Estados Unidos como en Italia, arrancar\u00e1n a partir del mismo 1960.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n