{"id":1861,"date":"2010-07-18T22:03:13","date_gmt":"2010-07-18T20:03:13","guid":{"rendered":"http:\/\/www.diosesymonstruos.com\/?p=1861"},"modified":"2013-04-25T08:18:06","modified_gmt":"2013-04-25T06:18:06","slug":"the-black-door","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.diosesymonstruos.com\/2010\/07\/the-black-door\/","title":{"rendered":"The Black Door"},"content":{"rendered":"


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\"\"<\/a>THE BLACK DOOR (2001, USA)<\/span><\/em>
\nDirector: Kit Wong<\/strong> \/
\nProductores:Lucas Lowe para NGK Film Production, See-Yueng Ng<\/strong>\/
\n<\/span><\/span> Gui\u00f3n: Julien Carbon, Laurent Courtiaud<\/strong> \/
\nFotograf\u00eda: Fran\u00e7ois Reumont<\/strong>\/
\nM\u00fasica: Shane Koss, Christopher Rosa\/
\nMontaje:<\/strong> Andrew Parkinson\/
\nInt\u00e9rpretes: evin Blatch (padre Maxim Trenton), Staci Tara Moore, Beverly Wilson, Sergio Gallinaro, John Hainsworth, Francis McBurney, Carlos Parra, John Prowse, Bronwen Smith…<\/strong>
\nDuraci\u00f3n y datos t\u00e9cnicos: 96 min B\/N.<\/strong><\/span> <\/strong><\/span><\/div>\n

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Quiz\u00e1 no sea demasiado atrevido afirmar que, de entre todos los g\u00e9neros cinematogr\u00e1ficos, sea el cine fant\u00e1stico el que permita alcanzar a sus historias una mayor efectividad dram\u00e1tica y narrativa, con independencia de que cuenten \u00e9stas con personajes bien dise\u00f1ados o estructuras muy s\u00f3lidas. Si bien es evidente que estos atributos nunca perjudicar\u00e1n a la historia, sino m\u00e1s bien al contrario, el acontecimiento fant\u00e1stico <\/em>que anida en el centro de todo relato de este tipo puede a veces poseer tanta fuerza en s\u00ed mismo, que su mera representaci\u00f3n puede ocupar gran parte del terreno que en otro g\u00e9nero se\u00a0 dedicara a otros aspectos del gui\u00f3n; y todo ello manteniendo la eficacia del conjunto. Nadie discutir\u00e1, por el contrario, que cualquier drama, cualquier comedia \u2013que no sea de sketches<\/em>-, cualquier western o cualquier pel\u00edcula b\u00e9lica, por ejemplo, ver\u00e1n sustancialmente m\u00e1s debilitado su potencial dram\u00e1tico y narrativo por unos personajes o una historia endebles.Tal vez sean el musical y el cine de acci\u00f3n -adem\u00e1s del documental, por su propia esencia de no ficci\u00f3n-, los otros dos g\u00e9neros capaces de mantener la eficacia de una historia a flote partiendo de estas carencias dram\u00e1ticas. De hecho, si se piensa bien, no son g\u00e9neros tan alejados del fant\u00e1stico como pueda parecer a primera vista: \u00bfqu\u00e9 son si no escenas fant\u00e1sticas <\/em>e irreales los n\u00fameros musicales que salpican los cl\u00e1sicos de Stanley Donen?, y \u00bfqu\u00e9 son si no n\u00fameros musicales las estrepitosas e inacabables coreograf\u00edas de explosiones y peleas que adornan el moderno cine de acci\u00f3n (por no hablar del componente fant\u00e1stico que tienen todos estos n\u00fameros de acci\u00f3n<\/em>)? La profusi\u00f3n de este tipo de secuencias, cada vez m\u00e1s largas, aparatosas y fant\u00e1sticas, disminuye el tiempo total dedicado a la construcci\u00f3n de la historia y sus personajes, descompensaci\u00f3n narrativa que se suele suplir con una representaci\u00f3n a cu\u00e1l m\u00e1s espectacular e impactante de los diferentes acontecimientos fant\u00e1sticos<\/em> que pueblan el relato.<\/p>\n

Hago estas reflexiones a prop\u00f3sito de The Black Door<\/em>, pel\u00edcula modesta filmada en el 2001 por la directora de origen asi\u00e1tico, Kit Wong, por ser un exponente paradigm\u00e1tico de la reflexi\u00f3n anterior. La cinta, que obtuvo nula distribuci\u00f3n internacional aunque, seguramente, hubiera merecido mejor suerte -parece que s\u00f3lo se ha estrenado en Espa\u00f1a, y directamente\u00a0 en el mercado de v\u00eddeo-, evita, casi siempre con acierto, todas las insuficiencias que podr\u00edan derivarse de una historia d\u00e9bil y unos personajes harto esquem\u00e1ticos, mostr\u00e1ndose como una pel\u00edcula impactante, con una destacable capacidad para generar inquietud. Wong consigue conformar con habilidad una atm\u00f3sfera densa y enfermiza, que ti\u00f1e toda la historia de una especie de maligna fatalidad desde sus primeros fotogramas, y que logra instalar al espectador, a pesar de la falta de anclajes emocionales firmes, o quiz\u00e1 gracias a ella, en una especie de desamparado horror hipn\u00f3tico.<\/p>\n

\"\"<\/a>Steven, un joven estudiante de aspecto poco llamativo, es agredido en una casa abandonada de los suburbios mientras lleva a cabo unas enigm\u00e1ticas investigaciones para su tesis universitaria. Como resultado, Steven queda herido de gravedad y es ingresado en el hospital con terribles heridas por todo el cuerpo. Ayudada por unos amigos documentalistas, y el Padre Trentin, un grotesco y vehemente sacerdote, Meg, la novia de Steven, se sumerge en los descubrimientos hechos por \u00e9ste durante sus averiguaciones para intentar reconstruir toda la historia, con la convicci\u00f3n de que as\u00ed resultar\u00e1 m\u00e1s f\u00e1cil salvar la vida de su prometido. Poco a poco, pista a pista, ir\u00e1n descubriendo la ominosa historia que rodea La Puerta Negra, una antigua y secreta secta sat\u00e1nica convencida de poder invocar a diferentes demonios. Luchando contra el tiempo y la enfermedad de Steven, Meg y sus amigos se mostrar\u00e1n resueltos a llegar hasta el fondo\u2026 aunque, en su af\u00e1n por encontrar respuestas y descubrir la verdad, desencadenar\u00e1n fuerzas malignas que conducir\u00e1n la historia hacia un fatal desenlace.<\/p>\n

\u00c9sta es, poco m\u00e1s o menos, la escueta an\u00e9cdota que sustenta argumentalmente The Black Door<\/em>. Desasosegante y l\u00fagubre, extra\u00f1a y bizarra, la cinta de Wong se sirve con habilidad de las formas del falso documental como medio ideal para superar sus carencias, incluso las presupuestarias, y conseguir un film turbador, sorprendente, y por momentos aterrador. Con un estilo desprolijo y un tanto desali\u00f1ado, que favorece el tono realista de la pel\u00edcula, Wong va armando su artefacto dram\u00e1tico a trav\u00e9s del uso de diferentes figuras narrativas, todas ellas variaciones del estilo documental y el cinema verit\u00e9.<\/p>\n

\"\"<\/a>En primer lugar encontramos las im\u00e1genes registradas por el equipo de filmaci\u00f3n, un c\u00e1mara y un microfonista que se encargan de grabarlo todo por petici\u00f3n expresa de Steven (al principio del film o\u00edmos una llamada de Meg a uno de ellos en la que explica que su novio quiere que se grabe su agon\u00eda -una idea que remite a ese otro estremecedor documento f\u00edlmico, Rel\u00e1mpago sobre el agua<\/em> (1980)<\/em>, <\/em>de Wim Wenders, este s\u00ed, real, por desgracia para todos los cin\u00e9filos, pues mostraba los \u00faltimos d\u00edas de la vida del gran Nicholas Ray); unas im\u00e1genes que sirven a Wong para situar la acci\u00f3n y establecer el tono al inicio del relato. Con un estilo que bien podr\u00eda ser el de un reportaje de investigaci\u00f3n, la pel\u00edcula arranca con varios planos que muestran la llegada de los documentalistas al hospital donde se halla ingresado Steven. Vemos la calle del hospital, su entrada principal, los pasillos, ascensores, as\u00ed hasta llegar finalmente hasta la habitaci\u00f3n donde se encuentra el joven moribundo. Todo filmado sin intentar disimular la existencia de la c\u00e1mara, sino m\u00e1s bien al contrario \u2013diferentes personajes miran hacia el objetivo-, evidenciando su presencia desde un principio, con lo que r\u00e1pidamente se derriba la ilusi\u00f3n de ficci\u00f3n y se refuerza la sensaci\u00f3n de realismo; la impresi\u00f3n de estar asistiendo a sucesos ver\u00eddicos captados furtivamente por una c\u00e1mara curiosa e imp\u00fadica, aumentando su impacto. Sin embargo, la c\u00e1mara, cuya participaci\u00f3n queda asumida por el espe\"\"<\/a>ctador, evita mostrar a quien la maneja, figura esta que queda oculta tras el disfraz de mero testigo de los acontecimientos, como ocurre en los documentales o en los reportajes televisivos, donde las cosas se observan a trav\u00e9s de la as\u00e9ptica mirada de alguien que no vemos, y que no es importante a nivel dram\u00e1tico: el c\u00e1mara o reportero.<\/p>\n

Y es la asepsia del punto de vista subjetivo inicial, ajena a cualquier personaje con cara y ojos<\/em>, la que impone la identificaci\u00f3n directa del espectador con el punto de vista del narrador, potenciando la sensaci\u00f3n de verdad. S\u00f3lo al final del film, cuando Wong ya ha conseguido involucrarnos en el drama, los documentalistas dejar\u00e1n atr\u00e1s su condici\u00f3n de simples testigos y ser\u00e1n integrados en la narraci\u00f3n, d\u00e1ndole la vuelta al recurso inicial para conseguir id\u00e9ntico objetivo: conferir veracidad al relato, al tiempo que permite a Wong jugar con la metaficci\u00f3n.<\/p>\n

Tras estos breves planos iniciales, diferentes entrevistas a los allegados de Steven servir\u00e1n para presentar a los personajes y comenzar a desgranar los detalles de la historia. Pero ser\u00e1 Meg la encargada de hacer avanzar la narraci\u00f3n, introduciendo una nueva forma narrativa, \u00e9sta estructurada en torno a todo el material que Steven recab\u00f3 durante su investigaci\u00f3n. Adoptando la t\u00edpica forma del documental hist\u00f3rico habitual en las parrillas de Dicovery Channel, a trav\u00e9s de fotograf\u00edas de \u00e9poca, viejos documentos, y una voz en off, asistimos a la reconstrucci\u00f3n de los \u00faltimos a\u00f1os de la vida de Antonio Balmaseda, un oscuro personaje desaparecido en Seattle a principios de los a\u00f1os 30. Y es dentro de esta nueva l\u00ednea de la narraci\u00f3n donde encontramos el primer gran hallazgo de The Black Door<\/em>: nos referimos a una supuesta grabaci\u00f3n antigua encontrada por Steven, filmada en S\u00faper 8, que recoge la celebraci\u00f3n de una sangrienta ceremonia de corte sat\u00e1nico que tuvo lugar a principios de los a\u00f1os 30, con el personaje de Antonio Balmaseda como protagonista central. Jugando con las convenciones, el narrador explica enf\u00e1ticamente que \u201cal recuperar este documento, dudamos en mostrarlo al p\u00fablico. Pero es una responsabilidad que debemos asumir\u201d<\/em>. Un mecanismo cl\u00e1sico, \u00e9ste de partir de unas evidencias encontradas o recopiladas por un personaje que no participa directamente de la narraci\u00f3n, que tambi\u00e9n tiene como objetivo dotar de una mayor verosimilitud las historias en las que sirve de motor: desde el magn\u00edfico relato de Lovecraft, La llamada de Cthulhu<\/em>, hasta el desagradable film de Ruggero Deodato, Holocausto can\u00edbal (1980)<\/em>, pasando por la laber\u00edntica novela de Potocki, Manuscrito encontrado en Zaragoza<\/em>.<\/p>\n

A lo largo de 16 escalofriantes minutos, que abarcan el final del primer acto \"\"<\/a>y el principio del segundo, la pel\u00edcula de S\u00faper 8 relata de forma tosca pero minuciosa, todo el ritual que cuatro personajes llevan a cabo con el fin de invocar a un poderoso demonio del que obtener conocimiento y poder. La estremecedora grabaci\u00f3n incluye los preparativos de un sacrificio humano, y tambi\u00e9n el sacrificio mismo. En \u00e9ste, el cl\u00edmax de la filmaci\u00f3n en S\u00faper 8, tres de los integrantes del grupo asesinan a un cuarto, que no es otro que Balmaseda, mediante el tradicional m\u00e9todo del deg\u00fcello con navaja de afeitar. No sin que antes, en un instante de paroxismo bu\u00f1ueliano<\/em>, asistamos a como uno de los participantes le rasga los ojos a la v\u00edctima con el mismo instrumento afilado. Un plano punzante que remite inmediatamente a Un chien andalou (1929)<\/em>, a esa imagen ic\u00f3nica creada por el m\u00edtico director aragon\u00e9s, que tantas n\u00e1useas y r\u00edos de tinta ha provocado en las \u00faltimas ocho d\u00e9cadas. Pero aparte de la referencia cin\u00e9fila, este momento, filmado con tanta falta de escr\u00fapulos como impudicia, simboliza tambi\u00e9n esa obsesi\u00f3n por representar la verdad despojada de cualquier adorno. La esencia de un lenguaje documental que ha sido pervertido por la mirada televisiva, morbosa y expoliadora del dolor y el sufrimiento humano. Una mirada descarada que no suele tener en cuenta consideraciones de orden \u00e9tico, est\u00e9tico o moral. Recordemos en este sentido el reproche que, en su primera aparici\u00f3n y como s\u00edmbolo y defensor de la moral, el Padre Trentin dirige a los documentalistas, tras invadir \u00e9stos la intimidad de Steven para filmarlo postrado en la cama del hospital: \u201c\u00a1Esto no es un espect\u00e1culo!\u201d<\/em>, les espeta tras echarlos de la habitaci\u00f3n y recriminarles su actitud.<\/p>\n

El resto de la filmaci\u00f3n en S\u00faper 8 muestra las consecuencias del experimento diab\u00f3lico, incluyendo una eventual y moment\u00e1nea resurrecci\u00f3n de Balmaseda. Las caracter\u00edsticas habituales de una grabaci\u00f3n amateur, incluyendo cortes bruscos, composiciones descompensadas, movimientos torpes, fotogramas en blanco, e incluso una especie de claqueta que nos informa del tiempo transcurrido tras el sacrificio, acent\u00faan el terror\u00edfico halo de realidad que envuelve la filmaci\u00f3n, resultando tremendamente efectiva. Y, de nuevo, toda la capacidad para sugestionar que posee esta larga secuencia, se concentra exclusivamente en la fuerza de las im\u00e1genes, en su poder para fascinarnos al margen de la identificaci\u00f3n dram\u00e1tica, pues vehiculamos toda la emoci\u00f3n sin que medien los personajes, todos ellos desconocidos para nosotros en ese instante.<\/p>\n

\"\"<\/a>Junto al tono de documental hist\u00f3rico, utilizado en la reconstrucci\u00f3n de la historia de la Puerta Negra y sus integrantes, y el aroma de reportaje period\u00edstico que poseen las im\u00e1genes tomadas por el equipo de filmaci\u00f3n, Wong explota una tercera forma narrativa ligada a los principios realistas caros a la no ficci\u00f3n; quiz\u00e1 el recurso m\u00e1s extremo en este sentido, ya que sus c\u00f3digos se asocian f\u00e1cilmente con una idea de realidad<\/em> muy arraigada en la mente de cualquier espectador, sobre todo en la era del youtube<\/em>: la grabaciones de car\u00e1cter casero. As\u00ed, una serie de estas grabaciones, hechas por Steven con su c\u00e1mara de v\u00eddeo, lo muestran en diferentes momentos cotidianos que captan sus sensaciones sobre el caso, as\u00ed como instantes claves de su investigaci\u00f3n. El car\u00e1cter \u00edntimo de todas estas secuencias, m\u00e1s all\u00e1 de la observaci\u00f3n morbosa del reportaje de la que habl\u00e1bamos m\u00e1s arriba, permiten a Wong establecer v\u00ednculos fuertes entre el espectador y el personaje de Steven. Y los motivos son importantes y muy necesarios, ya que Steven ser\u00e1 el encargado de hacernos vivir<\/em> la secuencia de mayor tensi\u00f3n y horror en la pel\u00edcula; a trav\u00e9s de sus ojos \u2013de su c\u00e1mara- asistiremos al terror desde la primera fila.<\/p>\n

En una larga secuencia grabada por el propio Steven, que se mantiene siempre fuera de cuadro, somos testigos de la visita que el joven universitario hizo al caser\u00f3n abandonado donde terminar\u00eda siendo brutalmente atacado. Caser\u00f3n al que le dirigen sus pesquisas y que se erige como s\u00edmbolo y representaci\u00f3n, casi ideal, del espacio maldito y amenazante. Y Wong consigue hacernos sufrir<\/em> la secuencia en grado sumo mediante el uso de la primera persona, lo que establece de nuevo nuestra identificaci\u00f3n completa con el punto de vista de la narrador, aumentando sobremanera la efectividad de la secuencia. Adem\u00e1s, no se trata ya del narrador imparcial y despersonalizado del estilo documental, que aportaba sensaci\u00f3n de no-ficci\u00f3n y de realismo, pero al tiempo dificultaba la empat\u00eda al imponer cierta distancia entre el que observa y lo que observa, entre narrador y personaje, sujeto y objeto; ahora el narrador es un personaje con el que tenemos ciertas ligazones emocionales, en tanto que hemos tenido la oportunidad de conocerle<\/em> y empatizar con \u00e9l, y la primera persona suprime, en este caso, la anterior dualidad, convirtiendo al que observa en lo que observa, y al sujeto en objeto, logrando situarnos literalmente en el mismo lugar de Steven. De hecho de hecho, sustituy\u00e9ndolo. Esto permite exacerbar nuestra identificaci\u00f3n y que vivamos la secuencia con una rara intensidad de dif\u00edcil alcance por otros medios, sobre todo en su momento \u00e1lgido, la aparici\u00f3n y el ataque de Balmaseda.<\/p>\n

Se trata sin duda de una secuencia antol\u00f3gica, el otro gran momento del film de Wong, que sabe someternos a una tensi\u00f3n extrema, de primera mano, sin atenuantes ni barreras que puedan amortiguar el golpe, recogiendo de paso la antorcha encendida en The Blair Witch Project<\/em> para ced\u00e9rsela a los brillantes Plaza y Balaguer\u00f3, que desarrollar\u00e1n el recurso hasta sus \u00faltimas y terror\u00edficas consecuencias en su seminal REC<\/em>. Pero, curiosamente, tras esta secuencia, y como si hubiera gastado en ella casi toda su p\u00f3lvora, el film de Wong ya no consigue remontar el vuelo del todo. Carente ya de un impulso, formal o dram\u00e1tico, capaz de subir la apuesta de la pel\u00edcula, a partir de ah\u00ed, The Black Door <\/em>transita hacia su confuso final por terrenos cada vez m\u00e1s trillados en el g\u00e9nero, utilizando por momentos un lenguaje m\u00e1s estilizado pero tambi\u00e9n menos sorprendente. Aunque quiz\u00e1 quepa rescatar la aparici\u00f3n del Sr, Morguen, \u00faltimo superviviente de la secta sat\u00e1nica, que, apoyado por una mirada penetrante y malvada, intenta iluminar las zonas oscuras que restan en la historia; sin conseguirlo del todo, hay que decir, sobre todo a causa de su tono cr\u00edptico y oscuro. El final de la pel\u00edcula participa tambi\u00e9n de este tono vago y difuso, perdido quiz\u00e1 el guionista en los peligrosos meandros a los que la b\u00fasqueda de un final sorprendente puede conducir. Aunque hay en estos minutos finales alg\u00fan que otro hallazgo puntual, como la aparici\u00f3n del fantasma de Steven en la grabaci\u00f3n, o el plano final, que vuelve a recuperar todo ese juego de espejos entre personaje, narrador y receptor.<\/p>\n

\"\"<\/a>Aparte de las habituales consideraciones sobre la esencia del mal que trufan las historias de corte sat\u00e1nico, The<\/em> Black Door <\/em>articula, gracias a una propuesta narrativa original, que utiliza todo el arsenal de recursos relacionados con el estilo documental, una reflexi\u00f3n sobre el hecho cinematogr\u00e1fico, la condici\u00f3n de voyeur<\/em> impl\u00edcita en todo espectador, y la perversa identificaci\u00f3n que suele establecerse entre determinado tipo de imagen y la verdad\/realidad. Una idea, \u00e9sta \u00faltima, que el mismo protagonista parece encargado de verbalizar al principio mismo de la historia, cuando, en pleno delirio febril, espeta: \u00a1No miento ni estoy loco! Todo est\u00e1 en la pel\u00edcula!<\/em>, como si este soporte excluyera, por su propia naturaleza, la mentira y la locura. Y no en vano, en un momento de la pel\u00edcula la propia madre de Steven afirma haber pasado m\u00e1s tiempo<\/em> con las fotograf\u00edas de su hijo que con \u00e9l<\/em>, im\u00e1genes que Wong usa para ilustrar los cr\u00e9ditos finales, y que son el \u00fanico lugar, la \u00fanica realidad<\/em> que Steven podr\u00e1 ya ocupar.<\/p>\n

Una perversi\u00f3n propia de una sociedad eminentemente nutrida con contenido audiovisual y sujeta a la manipulaci\u00f3n de los medios, una especie de enfermedad<\/em> audiovisual que obtiene su reflejo en el desconocido mal que parece afectar a Steven tras visionar la lata de pel\u00edcula S\u00faper 8 (\u00e9l mismo asegura que desde que vio la pel\u00edcula todo cambi\u00f3<\/em>), cuyas im\u00e1genes en movimiento parecen estar dotadas de una especie de poder vamp\u00edrico. Un extraordinario y sobrenatural influjo que recuerda a otra pel\u00edcula hipn\u00f3tica, subyugante y todav\u00eda m\u00e1s arriesgada, aunque ya no maldita: el Arrebato (1980)<\/em>, de Iv\u00e1n Zulueta.<\/p>\n

No se trata, sin duda,\"\"<\/a> de un film redondo, pero la ag\u00f3nica The Black Door<\/em> anticipa, o prolonga, algunas de las claves o caminos por los que se ha venido moviendo el cine fant\u00e1stico a lo largo de estos \u00faltimos a\u00f1os. Ante una realidad global tremendamente sombr\u00eda, ante una situaci\u00f3n social y econ\u00f3mica cada vez m\u00e1s inquietante, que nos es servida en directo<\/em> por unos medios que nos obligan a desayunar con im\u00e1genes cotidianas de aut\u00e9ntico horror en un lenguaje muy particular; quiz\u00e1 ante todo esto el cine fant\u00e1stico y de terror se haya visto obligado a aumentar la verosimilitud con la que se presentan sus relatos para tener verdadero efecto; quiz\u00e1 ha llegado el momento en el que el espectador tiene tan interiorizado el miedo y el horror, que s\u00f3lo una representaci\u00f3n descarnada y real<\/em> del acontecimiento fant\u00e1stico pueda tener verdadero impacto. Una representaci\u00f3n y un impacto tanto m\u00e1s rotundo y efectivo en tanto que nos sea servido con hechuras de documento ver\u00eddico, y bendecido por los c\u00f3digos nacidos al amparo de los rayos cat\u00f3dicos, aut\u00e9nticos legisladores de la verdad en la sociedad global de la informaci\u00f3n en la que vivimos.<\/p>\n

Autor: Manuel Carballo <\/span>(Director de cine)<\/p>\n<\/div>\n

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