THE LOVE WITCH (2019)

Pudimos ver The Love Witch en la pasada 49 edición del Sitges-Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, y gracias al estupendo trabajo que está realizando La Aventura (la ha estrenado en cine y Bluray en España). Se trata del segundo largometraje de la canadiende Anna Biller quien debutara en el año 2008 con la opera prima Viva —protagonizado por ella misma— un título que homenajeaba el cine erótico de los 70, que tiene una serie de elementos tanto técnicos, estéticos y de discurso que ha desarrollado nuevamente en su siguiente película.

Elaine es una bellísima y joven bruja que ha decidido buscar a un hombre que la ame. En su apartamento gótico-victoriano hace pociones y realiza hechizos para enamorar a cualquiera que se acerque a ella. Sus conjuros funcionan tan bien que todos los varones quedan seducidos hasta un límite insano y Elaine deja un rastro de víctimas a sus pies. Cuando por fin encuentra al hombre de sus sueños sin recurrir a la magia, la joven se obsesiona de forma extrema e incluso opta por una medida radical…

Con The Love Witch, antes de profundizar en el contenido de esta, es inevitable no mencionar una serie de decisiones técnicas y de puesta en escena. Anna Biller, que además de ser la directora se ha encargado de otros aspectos como el guion o la producción, también lo ha hecho del diseño de vestuario, la música (parte de ella) y la dirección de arte, con la intención de controlar cada uno de los aspectos y detalles de la película para que esta, luzca, como ella finalmente tenía en mente. Hay que destacar que la cinta está filmada en 35 mm para obtener los colores tal y como se habían concebido en Technicolor –al más puro estilo de los años 60–, y fue filmada sin banda internacional para abaratar costes. Al margen de esto, hay que destacar  la plástica de la película, los colores de esta que nos recuerdan a los de títulos como Los paraguas de Cherburgo de Jaques Demi, Vértigo, Los pájaros o Marnie, la ladrona de Hitchcock, y tiene claras influencias del cine del cine camp, de la Hammer…

Desde sus inicios como cineasta, Anna Biller se ha ocupado de todos los aspectos posibles de sus producciones, con un afán de economizar y por otro por una necesidad de controlar el resultado final de sus películas (cortas o largas) al máximo. Fruto de esta combinación de necesidades, sus trabajos son piezas autorales en un sentido estrictamente literal. Si vemos sus cortos, los tiene disponibles en plataforma de pago como Vimeo on demand (The Incubus, The Hipnotist, etc), podremos ver elementos que se repiten en toda su obra: el uso de los colores al estilo años 50, la idea del technicolor, la influencia de la estética de las cubiertas de las novelas pulp, a ella como protagonista, el diseño de vestuario creado por ella también, la mujer como protagonista y un mensaje claramente feminista, en el que hombre aparece como un monstruo en sus diversas encarnaciones, el uso de película analógica (todos están filmados en 16mm o 35mm), la hibridación de géneros en la que se encuentra presente un toque sobrenatural, el narcisismo femenino y masculino, el poder de la sexualidad femenina (algo que le critican bastante de manera incomprensible)… En resumen, toda una serie de constantes que acaban estando patentes en toda su filmografía de una manera atronadoramente coherente y posiblemente si lo vemos de cara a la industria hollywoodiense, incluso contraproducente para su carrera como directora. Algo que posiblemente le importe un bledo.

The Love Witch, está tan bien compuesta plásticamente, hay tanto detallismo en la puesta en escena, armonía entre los colores, los elementos, la recreación de otras épocas —conviviendo con elementos actuales por otra parte como si nada, ya que se desarrolla en la actualidad—que resulta casi “pornográfico”. El trabajo ha sido árduo hasta cuotas que no me quiero ni imaginar, ya que podemos ver la influencia en la decoración de los elementos utilizados por Crowley y sus acólitos por lo que respecta a colores, simbología, vestidos de época, un salón de té de lo más rococó, rituales satánicos…

De la banda sonora hay que destacar que se compone de piezas que han sido tomadas prestadas de temas compuestos por Enio Morricone y por la propia Anna Biller como ya hemos apuntado. Según sus declaraciones era algo que no tenía previsto pero al parecer su pareja la motivó a que se implicara también en parte de este aspecto y finalmente acabó cediendo con un resultado más que destacable.

En el discurso de la cinta podemos encontrar algunos temas interesantes que se van desarrollando a lo largo de su metraje como son:

– Las religiones alternativas, en un momento en el que todos los valores espirituales se encuentran en un momento enrarecido, en el que la sociedad occidental vive polarizada y magnetizada por el catolicismo…un tema que ha estado presente en la sociedad USA desde sus orígenes y especialmente desde principios del S.XX —de manera más que destacada desde los inicios de Hollywood— con sus sectas dirigidas por Crowley, 

-El poder sexual de la mujer

-La igualdad entre hombre y mujeres a través de la brujería, que a diferencia de muchas teoría postfeministas, sí proclama la igualdad de hombres y mujeres a todos los efectos.

-El amor romántico

¿Qué os puede acabar echando para atrás? Un ritmo atronadoramente lento y un estatismo escénico muy de la época de la que se nutre, que puede enervar al espectador menos acostumbrado a según qué tempos, en un metraje que se va a los 120 minutos. Es una película de terror, sí, pero también es un melodrama, y aquí lo que importa —pese a su trabajadísima puesta en escena— tanto lo que ocurre desde un punto de vista de desarrollo de película de terror, sino lo que se recrea, y su objetivo discursivo final que es lo que la convierte en una cinta más que interesante. Aquí el horror no viene dado tanto por las acciones en sí, como de las emociones y sentimientos que hay implícitas en ellas.

Comparte este texto:

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


*