Empezamos el día tarde y lo hacemos arriesgando. Y de qué manera. Nos adentramos en la trampa mortal en la que se ha convertido la sala Prado, aún sin saberlo. Nos encontramos a un grupo de jóvenes argentinos comandados por el director de la película, el debutante Gabriel Grieco, quien presenta la primera película de terror hecha por veganos y que retrata una historia de terror vegana, Naturaleza muerta. Todavía estoy alucinando. El chico hace las veces de director, guionista, productor, editor y le falta hacer el tofu para el catering. Total que el resultado es una historia de terror sin tensión, no por ser vegana, sino por carecer de un guión en condiciones y todos los errores de un debutante sin experiencia y probablemente sin mucho talento, quizás de medios e ideas y talentoso si lo sea, aunque brilla por su ausencia en este film. Conforme avanza el metraje tengo la sensación que el equipo no ha visto la peli hasta ese momento y sienten vergüenza ajena viéndolos como se remueven en su butaca. La película arranca con una escena típica pero carente de fuerza y muy mal montada, como casi toda la película. Los diálogos son de lo más antinatural y peor escritos por no hablar de la historia que no se sostiene y del mensaje absurdo de la película. La dirección de actores y las interpretaciones son flojas de cuidado, sobreactuados, y algo perdidos, si bien remarco de nuevo poco ayudados por un montaje pésimo. Al final todo son clichés mal resueltos, situaciones cómicas e incoherentes que no van a ningún lado y que demuestran que no solo el poco presupuesto, 10.000$ son una limitación importante.
Oculus narra la historia de terror de dos hermanos, ya adultos, marcados desde su infancia por un objeto maldito que acaba con la vida de sus padres y con uno de los hermanos, el débil, que es el chico, en un psiquiátrico algunos años mientras su hermana, vive obsesionada con lo ocurrido y aguarda la salida de su hermano del centro para resolver el gran misterio que destrozó sus vidas. Es una peli con disparidad de opiniones. Personalmente aunque le encuentro bastantes virtudes como el montaje y la manera en la que trata la historia de la infancia con el tiempo presente en el que se desarrolla el film, las alteraciones dimensionales y alguna que otra más, otros elementos me sacan de quicio como el uso del recurso de las cámaras domésticas para filmar al ente, la sobreactuación histérica de la protagonista que interpreta a Kailye, la poca importancia y protagonismo del ente entre otros.
Rematamos la noche con Map to the stars la última película de David Cronenberg. Una auténtica joya. El realizador canadiense se ha rodeado de grandes estrellas para realizar una sátira demoledora sobre el mundo del cine hollywoodiense, sobre las miserias humanas, los miedos y la corrupción de éstos. Algunos elementos que utiliza Cronenberg en el desarrollo de la cinta son muy interesantes y parecen vincular Map to the Stars con su ya lejana filmografía de culto tales como la deformidad. En alguna ocasión esta deformidad presenta evidencias externas como en el caso del personaje que interpreta Mia Wasikowska, tiene cicatrices de quemaduras por todo su cuerpo, fruto de un intento de asesinato de su hermano menor, y en otras ocasiones es la deformidad que no se ve, la interna, la que se manifiesta en otros personajes como en el que interpreta John Cusack, Julianne Moore o el resto de personajes que pululan en este particular universo de cínicos, hipócritas, mafiosos, mezquinos y ególatras. Agatha es el único personaje que muestra su deformidad exterior, su nueva carne, porque es un ser blanco que intenta reconciliarse con un pasado oscuro abiertamente y sin trampas. Como lo resuelva ya será otra cosa. Una cinta indispensable escrita por Bruce Wagner, un verdadero experto y crítico de la industria del cine.
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