Llegamos a Sitges por la mañana temprano, salimos a horas intempestivas para estar en la puerta recogiendo la acreditación los primeros, para informarnos del nuevo sistema de recogida de entradas que debe sustituir a las interminables colas que se montaban de periodistas intentando no perderse tal o cuál pase. La contrapartida es que a antes de las 7 parece que hay que estar levantado y conectado a una red adsl para no quedarse sin invitaciones porque se acaban en minutos.
Una vez acreditados y con nuestra mochila roja estilo Esport Billy, nos dirigimos al primer pase Taste of Money (Don-eui Mat) de Im Sang-soo que aunque no decepciona con su retrato de una adinerada familia obsesionada con el dinero y el poder capaces de machacar a quién sea, tanto de fuera como de la propia familia. Una cinta de tempo lento que cuece este marasmo de personajes corruptos. Interesante aunque algo excesiva en su metraje y a ratos algo aburrida, aunque eso sí, la fotografía y la puesta en escena es maravillosa. La cinta recuerda a Housemaid casi como si se tratara de una extensión con puntos comunes y nexos casi de secuela.
Tras el pase de The Taste of Money atacamos el documental Room 237 una interesante propuesta más por la manera de desgranar la película El resplandor desde 4 puntos de vista totalmente diferentes que por su valor como pieza fílmica en sí misma. Me gustó especialmente concluir como el cine nos afecta de manera diferente e interpela a nuestros referentes culturales permitiendo que cada uno llegue a reconstruir una visión diferente de un mismo film con la riqueza que esto lleva implícito.
Para rematar la jornada nos adentramos en las profundidades de la película episódica V/H/S que ha sido recibida con mucho entusiasmo. Algunos incluso prometen que será de lo mejor de la programación, aunque es entretenida y muy irregular, seguro que el festival nos depara grandes sorpresas.
Mañana más.
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