TRIANGLE.

 

TRIANGLE. (AUSTRALIA, 2009)

Director: Christopher Smith/

Productores: Icon Entertainment International/

Guión: Christopher Smith/

Fotografía: Robert Humphreys/

País: Australia/

Música: Christian Henson/

Intérpretes:  Melissa George, Liam Hemsworth, Rachael Carpani, Emma Lung/

Duración y datos técnicos: 90 min. Color.

 

Analizando la filmografía de Christopher Smith en su totalidad y bajo mi perspectiva propia y personal, encuentro en «Triangle» (2009) la zona más compleja, interesante y original, de este barco de los terrores que navega en el género, por todas las vertientes posibles, amarrando su fragata del horror en laberintos urbanos o en apocalipsis medievales, no siempre con la misma fortuna, pero en varias ocasiones acercándonos  a un terror altamente disfrutable. En el caso que nos ocupa, una narración inteligente y seductoramente kafkiana nos atenaza con viajes en el tiempo, malsanos y enfermizos  y con un guión modestamente barroco que activará nuestras neuronas mientras sufrimos complacidos tan violentas fantasías.

El director nacido en Bristol escribe y dirige esta obra extraña en su contenido y netamente “Mainstream” en sus formas, de excelentes resultados, narrándonos la terrorífica aventura de un grupo de amigos que decide realizar una excursión marítima y tras encontrarse una espantosa tormenta, se ven en la necesidad de abordar un navío que casualmente pasaba por allí. Las sorpresas serán tan intrigantes como salvajes.

Que me recuerde en ciertos momentos a “El Resplandor” (The Shining, 1980), me produce instantáneamente una agradable sensación de empatía. Esos cortes musicales de Swing, un comedor preparado para fiestas y cenas multitudinarias y la absoluta soledad de este presunto barco fantasma me evoca irremediablemente al Sr. Torrance y sus copas de bourbon en el abisal Overlook. Y si seguimos comparando, he de decir que no he podido evitar el recuerdo de una cinta por la que siento una especial atracción, se trata de “Los Crono crímenes” de Nacho Vigalondo que por otra parte estrena este año su “Extraterrestre” (Extraterrestrial, 2011).

Por todo esto diré que no es un largometraje especialmente original. Aparte de utilizar elementos tan típicos y paradigmáticos del género, como las tormentas, barcos que aparecen de la nada o simplemente personajes jóvenes, bellos y asquerosamente ortodoxos que por otro lado nunca termina de desarrollar en cuanto a motivaciones o caracteres, pero toda esta fidelidad al género y a lo comercial, no enturbia el verdadero valor de la producción, el guión.

Firmado por el propio director, va entrelazando con una elegancia salvaje y sobre todo dejando claro, que siente la mirada del espectador como una mirada inteligente, toda una serie de ideas triviales que había ido soltando sin dar importancia, para convertirlas en algo profundamente importante, en un alud de artesanía narrativa espectacular y de un trabajo de Raccord arriesgado donde la continuidad no es siempre fácil de seguir. Este buen trabajo de montaje que disfruta de su complejidad con una espectacular concordancia en sus escenas es la segunda clave para que la cinta funcione tan bien.

Todo ese engranaje formal, se pone en marcha sobre una idea magnífica que toma su sentido como una crónica Kafkiana. Una realidad o una pesadilla que se repite una y otra vez hasta la saciedad, sin poder despertar, donde las líneas temporales se van alargando para hacer del componente dramático un verdadero aliado del propio terror. Aparte la clara influencia, de mi admirado y amado mito de Sísifo, como una parte fundamental del ADN de la cinta, nos hace hablar de una cinta extraña desde todos los puntos de vista posibles, en comparación tanto al resto de la filmografía de Smith, como al cine que inunda las salas con propuestas mediocres.

El trabajo de casting ha acertado a la hora de elegir a la protagonista de la misma forma que ha errado a la hora de elegir los secundarios. Creo que en el cine moderno en general se ha perdido la virtud que tenía el cine clásico a la hora crear personajes secundarios y de darle su merecida importancia dentro de la película, con actores que merezcan de una u otra forma la pena. Melissa George, que tuvo la suerte, precisamente, de interpretar un secundario en «Mullholland Drive» (Mulholland Dr. 2001) consigue que me crea esta terrible entelequia, a base de rostros desencajados muy realistas y un serio trabajo dramático, que habla de una profunda preparación del personaje, aparte simplemente de dejarse llevar por la quimérica invención de Smith.

En cuanto a la dirección de fotografía, no podemos explayarnos en exceso, por la simple idea de que trata de ser del todo comercial. Juega la baza de la luminosidad como signo identificativo, pero carece de creatividad y no termina de cumplir esa premisa, hoy por hoy bastante utilizada, de crear un bello contraste entre una oscura historia y esa diafanidad, en la fotografía. Ejemplo paradigmático de esta idea sería la maravillosa obra de arte titulada “¿Quién puede matar a un niño?» (1976), del genial Narciso Ibañez Serrador.

La música de Christian Henson tiene sus buenos momentos. Por lo general siempre en segundo plano, pero con aciertos considerables, con temas corales de influencia muy escandinava o una preciosa canción de cuna sarcásticamente terrible con las que cumple con la ambientación sonora sin llegar a deslumbrar.

La mezcla de géneros es uno de los mejores puntos de partida, a la hora de pretender realizar una película que logre innovar en cualquier sentido y “Triangle” cumple a la perfección con esta premisa, sobrevolando al menos por un tiempo cuatro géneros distintos: Terror, Thriller, Ciencia Ficción e Intriga. La capacidad de Smith, a la hora de absorber influencias y de tomarse el proyecto con una mentalidad abierta a cosas ajenas al género o incluso al cine, hace de ella su más arriesgada y cualitativa producción. Logra enmarcarse en un terreno extraño, ajeno a las corrientes principales de terror, gracias a dejarse influenciar por ideas complejas y muy interesantes, cuya mejor virtud es su gran guión, convirtiéndose en una cinta que de haber sido concebida con una intención más sórdida en sus formas, habría sido catalogada por los correspondientes jueces cinematográficos, dentro de esa falsa categoría denominada, de culto.

La chistera de la que Smith se saca tan brillante locura parte del Triángulo de Penrose, objeto imposible creado en 1934 por el artista sueco Oscar Reutersvärd. Posteriormente lo  redescubrió de forma independiente el físico Roger Penrose que en la década de los 50 lo hizo popular, describiéndolo como «Imposibilidad en su forma más pura». Posteriormente M.C. Escher lo tomó como inspiración apareciendo continuamente en sus objetos imposibles.

Por: Juan José Iglesias.

Comparte este texto:

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


*