Déjame Entrar (Let Me In,Matt Reeves, 2010)

Si Matt Reeves hubiera dirigido una cinta titulada Déjame Entrar (Let Me In, 2010), sin que existiera una versión previa, podríamos decir que la nueva película del director de Monstruoso(Cloverfield, 2007) sin ser una genialidad es una buena película, incluso una no nada desdeñable adaptación del libro de John Ajvide Lindqvist de título homónimo,  en el que se basa el guión del film. Sin embargo, y para su desgracia, Déjame Entrar ya existe, por lo que su remake no deja de ser una readaptación para el público americano. Una visión que no se esfuerza demasiado en disimular que no es más que un burdo duplicado de la original con una decoración de segunda que la ubican en un medio americano y unos personajes de la zona con las que el público USA puede empatizar más fácilmente al saber que ocurre en sus lares gracias a una pequeña imagen de Reagan hablando por televisión.
No me quería plantear la crítica como una comparación entre ambas cintas y al visionar Déjame Entrar incluso pretendí verla con los ojos del que ve algo nuevo, sin embargo confieso que no pude porque las imágenes de la original, Låt den rätte komma in (Let the Right One In, 2008) de Tomas Alfredson, acudían constantemente a mi cabeza para indicarme que lo que veía ya lo había visto pero mejor.
A estas alturas hacer un remake de una cinta que en su conjunto es casi perfecta, si no se va a mejorar ninguno de los aspectos de esta, si no que puede llegar a empeorar algunos, y las variaciones sobre la original no dejan de ser pequeños detalles anecdóticos que poco o nada aportan a la trama y al contenido de esta, mejor no hacer nada. El director de Déjame entrar (Låt den rätte komma in), Tomas Alfredson, nunca fue partidario de que se hiciera un remake de su cinta por mucho que Reeves insistiera en que iba a ser más una nueva adaptación del libro que una revisión de la cinta original.
Reeves ha tratado de disfrazar esta mentira con pequeños cambios, sin embargo no solo el desarrollo y los elementos importantes son idénticos al film ya existente, sino que también lo son algunos diálogos y la planificación de muchos momentos de la película. No obstante, esos elementos en esta nueva versión pierden fuerza, la poética de la cámara del sueco y de su paisaje no están presentes.
Matt Reeves ha contado con un presupuesto mucho mayor, con actores jóvenes pero que son valores en alza, casi estrellas (la niña de Kick Ass Chloe Moretz y el hijo de Viggo Mortensen en The Road Kodi Smit-McPhee)   y otros de solvente trayectoria como Elias Koteas. También cuenta con unos efectos especiales que si bien caros, son muy mejorables, y que no ayudan a la cinta sino que van en su detrimento porque le hacen perder el aire de realidad que quiere poseer, no consigue convencer del todo. A diferencia  de este remake, la original de Alfredson poseía un aire no solo de realidad sino casi naturalista y costumbrista magníficos, que hacían que el espectador se sintiera como en casa sin ser sueco y con unos mínimos efectos especiales conseguía ser mucho más efectista por realista y cercano, siendo así fiel al tono general planteado para la narración. Mucho más que esta niña trepadora de árboles con ojos de vampiro clásico generados por ordenador que chirrían hasta doler y hacen que se traicione ese intento de dar realismo al retrato de seres tan fantásticos como lo son los vampiros.
Esta versión es más USA sin duda, se han dulcificado todos aquellos elementos del libro y del original que son extremadamente dolorosos y vejatorios, la bola de esponja del niño que lleva porque se mea literalmente de miedo frente a sus compañeros de clase, las humillaciones y malos tratos que este recibe en el colegio, la relación con su padre y su madre, la sombra constante de la pedofília que se podía casi tocar en cada secuencia en la que aparecía Abby (en la sueca Eli) y su supuesto padre, los borrachos outsiders con aspecto de indigentes, etc…todos estos detalles han sido eliminados, suavizados o sustituidos por situaciones más dulces. Y otro pequeño fallo,que hace que se rompa la poética de ciertas secuencias exquisitas en la original, es que se explican demasiado algunas cosas que solo con la insinuación se entienden y tienen mucha más fuerza.
En resumen, Déjame Entrar (Let me In, 2010) es una cinta que posee todos los elementos necesarios para ser una buena película USA que funcionará estupendamente bien en taquilla pero que básicamente calca otra cinta de título homónimo pero en sueco que ya existe y que desgraciadamente se trata de un remake que no consigue aportar absolutamente nada al original. Algo a lo que ya nos tienen más que acostumbrados ¿De verdad el público americano no puede empatizar y verse proyectado en los personajes de la cinta sueca y necesita ver actores de sus lares? Personalmente creo que sí pueden y creer lo contrario es subestimar al público americano y poner de manifiesto una necesidad de made in USA extremo e inútil.
Si Picasso en lugar de hacer su versión de Las Meninas de Velázquez, vanguardista, moderna, arriesgada y bajo una óptica y re-interpretación tan personal como la que hizo se hubiera limitado a realizar una copia exacta del primero ¿qué valor hubiera tenido? Alguien dudaría de que se trata simplemente de una copia y que como tal, carece de valor alguno en si misma. Pues a Let me In le ocurre exactamente lo mismo.

Comparte este texto:

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


*