BEYOND THE BLACK RAINBOW (2011)

Why are there so many songs about rainbows and what’s on the other side? (Canción “Rainbow Connection”)

Corría el año 2011 cuando tuve la oportunidad de ver Beyond the Black Rainbow de Panos Cosmatos, en una maratón nocturna en el SITGES-Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, cuando aún era un auténtico desconocido y estaba lejos de dar el campanazo entre los fans del género con su lisérgica, clásico de culto instantáneo, Mandy (2015).

Tras la proyección, eran las tantas de la madrugada, pues era la última película de tres junto a la bizarra Hellacious Acres y la no menos espléndida Love), salimos de la sala flotando. Asistí con mi gran amigo Manu Argüelles. No sabíamos a qué acabábamos de asistir. Probablemente habíamos visto una peli que iba a ser una obra de culto, que no muchos habían visto o habían terminado de ver, deserciones las hubo a paladas, la cuál íbamos a pasar mucho tiempo recordando y esperando que alguna compañía valiente editara en Bluray o DVD, cosa que en España no ha llegado a ocurrir a día de hoy.

Panos Cosmatos es el primogénito del realizador greco italiano George Pan Cosmatos (1941-2005), tampoco lo sabíamos entonces, responsable de clásicos como Rambo. Acorralado parte II (Rambo: First Blood part II, 1985), Cobra (1986) o Leviatán (1989). Y no nombro a su padre para decir que Panos es el hijo de… creo que Panos se ha ganado ya por méritos propios su lugar en el cine, sino porque en parte, Beyond the Black Rainbow nace como ejercicio de superación de la muerte de su padre y también de la de su madre, la artista plástica sueca Birgitta Ljungberg-Cosmatos, que le arrastró a una espiral de autodestrucción, depresión y alcoholismo. También fue en parte gracias al trabajo de su padre, si no recuerdo mal, que pudo financiar este debut cinematográfico con parte de los royalties de la edición DVD de Tombstone (1993) según declaraba el propio Panos en una entrevista. El presupuesto de la cinta fue de 1.1 millones de dólares y según el Box Office USA no consiguió recaudar ni 60.000$ en taquilla.

Hablar/escribir de Beyond the Black Rainbow (a partir de ahora BBR) es más difícil si cabe que asistir a un visionado de esta. No es ni de lejos un producto de fantástico fácil, y que no os engañe eso que dicen de que es una experiencia de los sentidos, que los es, porque la plástica, y toda la puesta en escena y cada una de sus decisiones técnicas y artísticas van en busca de conseguir ese objetivo, y lo hace con creces. Sin embargo, BBR es también un galimatías salvaje, oscuro, una trampa mortal para sus espectadores que quedan atrapados durante su metraje en las instalaciones de la clínica experimental del Dr. Arbórea, como su protagonista Elena, y sufren de igual modo que ella. BBR es una compleja disertación con distintas capas de lectura, o mejor dicho, de capas de lectura simultáneas que se retroalimentan. La cantidad de referencias visuales y de puesta en escena con intención no solo plástica sino de significante y significado,  apelan desde el cine de Cronenberg, a 2001 odisea del espacio (2001: A Space Odissey, Stanley Kubrick), 1968), a THX 1138 (George Lucas, 1971),  a Ojos de fuego (Firestarter, Mike L. Lester, 1984), al cine de Tarkovsky (Solaris, 1972)y a multitud de otras referencias que el propio Cosmatos ha comentado en diversas entrevistas (Saul Bass, Francis Ford Coppola, Moebius, Franzetta, …), son innumerables, así como otro tipo de referencias que recuerdan la base de la filosofía (como las pirámides), al psicoanálisis, a Freud y Jung, a los experimentos secretos de los años 60 de la CIA y el MK Ultra, a las nuevas filosofía religiosas y existenciales New Age, y como no a “1984” de Georges Orwell, no en vano la acción de BBR sucede en 1983, a la masonería y a todo aquello que uno esté dispuesto a ver si se esfuerza un poco en escarbar en los referentes que uno pueda haber almacenado a lo largo de su vida. Pero ante todo, BBR es una película que habla sobre el control de las emociones, el control sobre las personas y es un viaje, un bad trip, que nos transporta a ver como un obseso del control, el Dr. Barry Nile, mad doctor paranoico, y ofuscado por no conseguir la atención de Elena, la protagonista, es arrastrado hasta el extremo de implosionar metafóricamente y mutar tanto emocional como físicamente sacando a flote lo peor de su propio ser, convirtiéndose en un psicópata anhelante de destruir a aquella que no puede controlar y someter.

Hay que destacar la banda sonora, a cargo de Jeremy Schmidt, construida en base a piezas claramente venidas de los 80 –muy Carpenter en algunos momentos, por qué no decirlo– con sintetizadores, moduladores y otros elementos, que se convierte en un personaje más, en un elemento de escenografía, que resulta fundamental para anclarnos y hacer creíble este retrofuturo distópico angustiante que Cosmatos dibuja con cierta desesperanza y mucha tristeza. Del mismo modo, la belleza de la fotografía de BBR a cargo de Norm Li, especialista en filmar con cinta analógica, merece mención destacada, ya que es el responsable de gran parte del espíritu y la atmósfera que desprende el film, y quién sugirió rodarla en 35mm con una cámara modificada para conseguir una textura orgánica maravillosa (se comenta que el tremendo y surreal film gore Begotten de 1990 era una de las referencias principales), su característico grano de otro tiempo (años 70-80) y unos colores de otro mundo como luego (influencia de Suspiria sin duda) repetiría en Mandy.

En definitiva, Beyond the Black Rainbow es una experiencia absorbente que cada uno debe hacer suya y de la que nada sirve lanzar apuntes porque cada uno verá lo que quiera, pueda o esté dispuesto a ver. Solamente deciros: Have a good trip.

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