La Posesión de Emma Evans

«LA POSESIÓN DE EMMA EVANS» DEFRAUDA EN LA MEDIDA QUE ES UNA HISTORIA LLENA DE LUGARES COMUNES MAL RESUELTA ARGUMENTALMENTE AUNQUE CON UN EXCELENTE PLANTEAMIENTO TÉCNICO Y ESTÉTICO POR PARTE DE MANUEL CARBALLO, QUE COMPENSA PERO NO RESUELVE.

Sabemos que de vez en cuando existen rebrotes de ciertos subgéneros como puede ser el cine de zombis, vampiros o los slashers , y parece que en esta ocasión le toca al cine de posesiones. Estamos apunto de recibir “El rito”(The Rite, 2011) y falta por estrenar, la esperada por muchos, “El último exorcismo” (The Last Exorcism, 2010) o “The possesion of David O’Relly”. A estas hay que añadirle la cinta que nos ocupa, “La posesión de Emma Evans” (Exorcismus, 2010).

“La posesión de Emma Evans” es el segundo largometraje del realizador Manuel Carballo, quién debutó en 2008 con la cinta “El último justo” de la que fue no solo director sino también guionista. En esta ocasión Carballo hereda un proyecto producido por Sandra Fernández para Filmax que venía con un guión acabado y firmado por David Muñoz, quien cuenta en su cartera con títulos de la categoría de “El espinazo del diablo” y que sin embargo, no nos dejemos engañar por cantos de sirena, poco tiene que ver con el de la película que nos ocupa.

La cinta ha tenido que pasar por ciertas tribulaciones y sobretodo muchos cambios en todos los ámbitos antes de llegar a destino: cambio de director, cambio de título en dos ocasiones del que primero se pretendía el título internacional “Exorcismus” que la entroncaba demasiado directamente con “El Exorcista” con las consabidos perjuicios que podía crear, luego “Dentro de mi” que la acercaba demasiado a la reciente “Déjame entrar”, para quedarse finalmente con un título en la tradición de “La posesión de…” un título clarificador aunque poco interesante y atrayente y similar a otros que no han tenido demasiado éxito; también la fecha de estreno se ha cambiado en cuatro ocasiones por diversos motivos: el 29 de agosto de 2010, el 17 de septiembre de 2010, el 31 de diciembre de 2010, el 29 de diciembre de 2010 (por fin…)

Manuel Carballo que no ha podido participar en la historia de manera directa, intenta distanciar la cinta de los clichés de las películas de posesiones imprimiéndole un tono extremadamente realista e intentando llevar el planteamiento de la posesión de manera que se asemeje más a una enfermedad, física o del alma, que a una posesión demoníaca al uso. Esto no quiere decir que no posea todos los elementos de una película de exorcismos: alma pura de una joven en edad de cambios, ouija, posesión diabólica con espasmos, ojos en blanco, levitaciones, gruñidos, etc…un cura en plena crisis de su fe, padres ateos, etc…aunque uno  crea que no, al final las referencias están y de que manera.

Mientras vemos “La posesión de Emma Evans”, estas zonas comunes se diluyen, aunque no desaparecen, frente a una dirección marcada por una fotografía fría y luminosa con una puesta en escena que huye de la oscuridad, lo gótico y se plantea en exteriores y a plena luz del día en gran parte de su desarrollo, cámara al hombro permitiendo con esta subjetividad convertir al espectador en un personaje observador muy cercano a la acción, grano grueso que le imprime un cierto tono documental o de reportaje, iluminación natural,…elementos que entroncan la cinta más con la tradición del cine Dogma, el cinema Verité o el reportaje que con el cine de ficción al uso y la alejan de ese gótico americano urbanita de “El Exorcista”. Así Manuel Carballo define que las referencias de la película son ante todo las que le pueden aportar cineastas como Ken Loach, Von Triers, etc…y es cierto que el resultado de conjunto acerca la película más a un drama intimista que a una película de terror al uso. De hecho uno encuentra más cercanía a “Fish Tank” que a cualquier otra película del subgénero de las posesiones.

En parte quién espere una película terrorífica de exorcismos se va a llevar una buena decepción.

Todos los elementos técnicos se posicionan en favor del resultado final de la cinta, aunque no resultarán suficientes para que la película tenga la entidad necesaria puesto que el guión se presenta como una historia poco original, manida y con unos errores narrativos imperdonables. Fijaros en la manera tramposa en la que se precipita el final a partir de que deciden poner a salvo al hermano de Emma. Para más INRI el guionista trata de dar un giro final a la historia en un desesperado intento de generar algún interés con un desenlace sorpresivo que desgraciadamente se ve venir.

En cuanto al trabajo de los actores uno percibe que algo no acaba de encajar y a veces nos acerca la sonrisa a la cara. Uno no sabe si es risa, estupor o vergüenza ajena lo que nos invade. En ciertos momentos las interpretaciones de Vavasseur, que en general no lo hace mal con la responsabilidad y poca experiencia que posee, hacen que el sentimiento de realidad que se ha creado, se desvanezca por la falta de naturalidad impresa o algunas de las escenas del religioso, encarnado por Stephen Billington, se tornan ridículas, con poca fuerza y de credibilidad e interés limitados.

En conclusión pese a todo la cinta se parece demasiado a “El Exorcista”, la película no posee elementos críticos y los que posee son superficiales y frívolos aunque se pretenda otra cosa, solo se pasa de puntillas junto a ellos. Tampoco es una cinta verdaderamente terrorífica sino que posee un peso más dramático que de otro tipo, yo diría que lo terrorífico es accesorio para el verdadero interés de Carballo y Muñoz, que es la crisis de personalidad de Emma y de la estructura familiar.

La película aburre y se muestra más cercana a un producto para el consumo masivo sin demasiadas expectativas, que a la cinta repleta de referencias cultas que se pretenden, y que están pero no que no cuajan: las referencias al mito faústico como el miedo atávico a la enfermedad o los enfrentamientos edípicos o de Heléctra típicos de los conflictos generacionales entre padres e hijos, en los que tampoco se llega a profundizar y parecen más un argumento para dignificarla que otra cosa.

Aquí todo es como un borrador o el esqueleto de una historia que no llega a cautivar, que se ve incapaz de arrastrar emocionalmente al espectador a su interior, sin tensión, sin misterio, sin atractivos narrativos, porque la historia es insulsa y porque hacia la parte del clímax es donde más errores de guión concentra y acaba alejándonos más y más fuera de la trama hasta quedar en un punto en el que todo nos importa poco.

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