Monstruoso

MONSTRUOSO (Cloverfield, 2007, USA)

Director: Matt Reeves/

Productores: J. J. Abrams, Bryan Burk para Paramount Pictures/

Guión: Drew Goddard/

Fotografía: Michael Bonvillain/

Música: /

Montaje: Kevin Stitt/

Intérpretes:Lizzy Caplan (Marlena Diamond), Jessica Lucas (Lily Ford), T. J. Miller (Hud Platt), Michael Stahl-David (Rob Hawkins), Mike Vogel (Jason Hawkins), Odette Yustman (Beth McIntyre)…

Duración y datos técnicos: 85 min – Color.

Telerrealidad monstruosa

Sin necesidad de abrir ningún preámbulo, podemos decir sin ningún género de dudas, que Monstruoso es al 11-S lo que Godzilla, Japón bajo el terror del monstruo (Gokira aka Godzilla, Ishirô Honda, 1954) fue al terror nuclear, tras las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki en el fragor de la II Guerra mundial. Esa es su principal baza, comprobar cómo la ficción recoge el testimonio de los pavores más arraigados en el subconsciente colectivo, a raíz de la reciente actualidad. También, de esta manera, es como puede entenderse la opción estilística escogida para dar forma a la sublimación fílmica. De ello hablaremos, porque el vivero de sugerencias que puede desprenderse del trabajo de Matt Reeves (¿o debería decir de J.J Abrams, productor del film y según parece principal impulsor del proyecto?) no acaba solo aquí.

The Host (2006)

El género de los kaiju-eiga, dos años antes, ya vivió un fuerte impulso en latitudes asiáticas gracias al descomunal  éxito de The host (Gwoemul, Bong Joon-ho, Corea del Sur, 2006) en el mercado local. Desconozco si J.J Abrams tenía presente dicho film, a la hora de idear Monstruoso para la Paramount (major con la que suele colaborar para dar salida a sus proyectos fílmicos). Pero en todo caso, The host, demostraba que podía resucitarse el filón y conseguir una respuesta masiva de público. Únicamente se necesitaba para ello, ir más allá de lo que las codificaciones más estentóreas imponen, o bien, cambiarle la piel al camaleón.

Them! (1954)

El avispado Bong Joon-ho, llevó más allá el género de sus confines y el monstruo era casi un pretexto para articular el drama de una familia disfuncional, sin olvidarse de soltar una buena dosis de mala baba hacia el ejército y principales instituciones gubernamentales. Matt Reeves no llega a tanto con Monstruoso y prefiere limitarse a las lindes del espectáculo puro, sin necesidad de salirse de la idea de impacto que subyace durante todo el largometraje. En todo caso, para devolverle al público la experiencia del shock en la era youtube, no podía volverse a la explotación del monstruo gigantesco, sin renovarse las formas y medios para conseguirlo. Solo bastaba fijarse a su alrededor,  palpar las  nuevas formas visuales de la era multimedia, y tener presente como cuaderno de bitácora, el impacto que supuso ver desde nuestros televisores, la triste tragedia del 11 de septiembre del 2001. Cuando la realidad supera la ficción, a Hollywood no le queda otra que ponerse las pilas. Y de aquí puede extraerse fácilmente el amplio trecho que va desde el pre 11-S Godzilla (Roland Emmerich, 1998) a Monstruoso. Una, iba a rebufo de los Jurassic Park, americanizando algo que de entrada ya era estúpido en su propio punto de partida. Estados Unidos ya posee la misma tradición fílmica que los nipones en cuanto a películas con bichos gigantes. Si revisamos los años 50 en EUA, lo comprobamos ampliamente, con aquellas encantadoras películas para los drive-in y sesiones dobles. Por lo que no necesita mirar hacia otros hemisferios, para aparentar que no es un producto exploit tamaño gigante (a juego con el ser descomunal). Por mucha coartada que pretendiesen imponer, la estrategia no coló. En cambio, Matt Reeves y sus artífices, no han necesitado buscar pretexto alguno para venderla. Únicamente se han ajustado a lo que el público demanda para sentirse embargado desde un punto de vista experiencial. Y para ello, nada mejor que explorar el juego de la probabilística y con ella demostrar lo que siempre el cine de ficción envidia del cine documental.

En el caso hipotético de que un monstruo fuese objeto de pánico y destrucción en Nueva York (aceptamos la metáfora equiparándola al integrismo islámico), ¿cuál sería la mejor forma de representarlo para resultar aterrador?

Cloverfield

Hoy en día, la forma de acceder a lo verídico, y youtube lo certificó con Ia guerra de Iraq, ya no viene impuesta por las imágenes que los medios de comunicación nos escupen. Viene por el efecto testimonial anónimo e insurgente que dinamita la lectura oficial de los mass media teledirigidos por el gobierno. La primera persona con cámara en mano (furtiva) saltó por los aires las mentiras propagandísticas del gobierno Bush. Esa efectividad y esa verosimilitud legitiman el discurso en su relación con lo real. Nos hacen creer que así sucedió, tal como lo vemos filmado por un apresurado aficionado. Lo real, esa entelequia que desde Lumière obsesiona al cine, viene por fuerza mediatizada por la imagen. Ya no digamos en la aldea global multi-pantalla en la que vivimos. Esa relación tiene que ser trasparente, directa e inmediata. Y para ello, las formas estilísticas más apropiadas son las que el documental (no en oposición a, sino entendido como una clase de ficción) ha impuesto en su capacidad de persuasión. Ellas son las que Monstruoso adopta. Algo que lógicamente tampoco se concibe bajo iluminación divina, si nos circunscribimos al propio género del fantástico y/o terror norteamericano.

Por poner un par de ejemplos, justo en el año anterior de producción de Monstruoso, dos películas ya se hicieron valer de la primera persona con cámara doméstica (en mano o en trípode) para asegurar un terror más directo, en consonancia a nuestra era. Hablo de El diario de los muertos (Diary of the dead, 2007) de George A. Romero o de Paranormal activity [1] (Oren Peli, 2007). Aunque podríamos considerar que la precursora más directa es El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999).

Paranormal Activity (2009)

Como Paranormal activity o El proyecto de la bruja de Blair, Monstruoso está lejos de pretensiones culteranas y más al servicio del espectáculo puro y sensorial desprovisto de significado alguno. Ahí es donde pueden encontrarse sus puntos débiles en cuanto no hay más allá de lo que Matt Reeves expone, con sus guiños al mismo Godzilla o a la saga de Alien. La premisa es muy sencilla y como tal rápidamente se agota (al menos para un largometraje). Tras la necesaria aparición de los logos de las productoras, lo que nos encontramos es una carta de ajuste. Tras ella pasamos a un fundido en negro que dará a pie a Inscripciones del ministerio de defensa de una tarjeta de una cámara de vídeo. Avistamientos múltiples del caso designado Cloverfield. Lo que veremos será eso, ni más ni menos.

The Blair Witch Project (1999)

Mis amigos los verosímiles. Así, el genio Hitchcock llamaba a sus detractores en la arquitectura de su suspense. Estos mismos se habrán revuelto en sus butacas al ver Monstruoso. Porque eso del amor es muy bonito, pero vamos, a Rob se le muere el hermano y lo único que le importa es ir en busca de Beth. E incompresiblemente el resto de personajes le siguen detrás. Una fugaz conversación telefónica de Rob con su madre, mientras están en el metro, les sirve a los guionistas, para demostrar que el personaje está afligido por la muerte de su hermano (de la que ha sido testigo in situ en el puente de Brooklyn). Aquello de que estamos ante actores menguados es quedarse corto. Algo que hubiese ayudado para disimular la liviandad de un guión bajo mínimos. Siguiendo con lo mismo, los verosímiles tampoco aceptarán que el voluntarioso camera man Hud no deje de grabar en ningún momento, incluidos momentos muy críticos para los personajes. Algo que fácilmente se le podía achacar a REC, (Jaume Balagueró, Paco Plaza, 2007).  De acuerdo que estamos obsesionados con esa idea de dejar huella y filmarlo todo, pero nuestra vida tiene más valor que la grabación que estemos realizando.

En todo caso, son las reglas del juego que debemos aceptar para entrar de pleno en el placer genérico. Y así, el aditivo que supone la entrada en acción de esa especie de aliens embrionarios, no deja de ser más que un recurso de guión para dotar de más tensión a una película que se acorta rápidamente después de transcurridos 30 minutos. Justo cuando entran al metro.

En ese primer tramo es donde la película juega su mayor baza y donde Matt Reeves pone apresuradamente toda la carne en el asador, incluido el golpe de efecto de la cabeza de la estatua de la Libertad, en lógica equidistancia a lo que eran las Torres Gemelas para el skyline neoyorkino. En su recreación del pánico y del caos vivido en Nueva York ante los atentados terroristas del 11 de septiembre, el film es muy efectivo ya que elude mostrar al ser voraz. El resto se sostiene como buenamente puede. La simulación de la filmación bajo una cámara doméstica, con los desenfoques habituales por el movimiento fisonómico de quien la maneja, los encuadres desvaídos, los barridos frenéticos y el montaje sincopado son ingredientes bien manejados para crear tensión junto con los gritos y una adecuada iluminación macilenta, basada en el color de neón amarillento. Todo ello otorga una textura al film que hace que rápidamente conectemos con el recuerdo de aquella tragedia vivida a través de nuestros televisores. Un guión justo y unos actores (más) limitados no acaban por dar al traste con el punto de partida, pero en todo caso, Monstruoso tiene su valor por su poder de sugerencia y todo aquello que puede desprenderse de ella, que lo que es la película en sí, excesivamente gaseosa.

Autor: Manu Argüelles


[1] Aunque se estrenase dos años después, Oren Peli, un año antes, pensó lo mismo que los creadores de Monstruoso para el subgénero de las casas encantadas o fenómenos paranormales. El único factor que hay que tener en cuenta es que Oren Peli no tenía a la Paramount detrás para que su proyecto viese la luz en su momento.

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